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Escapar de la heteropsicología o de la des-orientación de la cura

Actualizado: 20 abr 2023




Los autores del texto se proponen aquí tensionar las producciones clínicas que se suceden en los dispositivos, con base epistemológica-política en la heterosexualidad, pensando porvenires otros.


Por Sebastian Cañete* y Erik Navarro Cnobel**



0. Aclaraciones que lamentamos tener que hacer: 


¿De qué hablamos cuando mencionamos la heterosexualidad como un régimen político? No estamos hablando de la orientación sexual de las personas, estamos haciendo mención a una matriz que atraviesa todo el campo social y subjetivo. En palabras de Monique Wittig “Estos discursos de heterosexualidad nos oprimen en la medida en que se nos niega toda posibilidad de hablar si no es en sus propios términos”. Estos discursos hablan de nosotres y pretenden enunciar un lugar de verdad, legitimar una mirada sobre nuestros afectos y padecimientos de manera casi intransigente. “No en nuestro nombre” solía decir Lohana Berkins, estamos creando nuestras propias palabras-alianzas, recorriendo nuestros propios territorios, potenciando nuestras marcas que dieron origen a los miedos pero también a lo que consideramos que debería ser una vida más vivible. Poco nos importan las prácticas sexuales que puedan devenir en las vidas corpóreas, sino más interesante nos parece pensar a los regímenes en tanto productores de afectos, cómo los reproducimos y qué posibilidades de fuga tenemos. Por eso sostenemos: “en la actualidad, lo gay es heterosexual”

Ahora sí, comencemos:


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Muches psicologues hablando de la perspectiva de géneros y diversidades. Sospechamos, desconfiamos. ¿Qué implica la tan mentada “perspectiva de diversidades” sexo-genérico-afectivas? Poco hay desarrollado, lo estamos escribiendo. Lo primero que aparece en el panorama: no patologizar a putos, travas, gays, tortas, trans, queers, etc, etc. Bien, un paso ganado. Una batalla ganada. No menor, antes nos sometían a terapias de conversión (hoy siguen, pero al menos son ilegales) o nos querían convencer que estábamos fallados y el tratamiento apuntaba a la heterosexualización de los placeres. Repetimos, primera batalla ganada. Pero: ¿qué implica una perspectiva de diversidades? ¿Solo no patologizar? Suena a corrección política. Hay poca transformación epistemológica, casi ninguna. Primer indicio: cambiar la epistemología. Tarea que nos excede aquí, tarea a desarrollar. Por otro lado, una revisión de los dispositivos de intervención. ¿Qué nos hace creer que como profesionales de la salud no “hetero-normativicemos” el padecimiento de otres?


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Segundo indicio: ¿Qué mostramos a la psicología los fugados de la cis-hetero-norma? ¿Solo que tenemos derecho de amar y coger con quien queramos? ¿Qué los cuerpos construidos por fuera del cis-sexismo tienen derecho a vivir? Tal vez, pero solo eso nos suena muy vainilla para los cuerpos marcados por el régimen heterosexual. Más que “perspectiva de diversidades” debería llamarse “psicologue que no patologiza diversidades”.


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Tercer indicio: ¿Qué ponemos en cuestión con nuestras vidas?  Algunas ideas:

Desterritorialización del placer corporal. Salida del pene-vagina como único órgano sexual capaz de sentir-dar placer. Culo, pie, brazo, boca, cuerpo entero. Ampliar la cartografía corporal de los placeres. Habilitar nuevas superficies de placer. El cuerpo todo como zona erógena, desbordar los límites fijados por la moral heterosexual.

Formas de habitar el espacio público. Marcha del orgullo como fiesta, ocupar el lugar negado como forma de resistencia. Cruising, habitar el lugar negado para todxs para el placer, para desbordar de semen. Trabajo sexual, sexualización del espacio público ante lo gris de lo cis-hetero-formal-oficinista.

Armado de cuerpos. Cuerpos que no se definen por un pasado mítico, sino que mutan con los devenires del deseo, el placer y la resistencia. Posibilidad de mutación constante. Composición-descomposición del armado corporal. Performatividad del género. Bodyspreading queer. La mujer barbuda deja el circo freak-show para ser vecina con derechos.


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Cuarto indicio: ¿Es otra clínica la que se desarrolla si le psicologue tiene marcas sociales en el cuerpo? Intuimos que sí. Es por medio del acto performativo, del despliegue escénico-estético de le psicologue que le paciente (usuarie, analizante, poco importa aquí el término) habitará de manera diferenciada el consultorio (privado-burgués o público-comunitario). Qué puede decir, qué no. Y no solo es fantasma. Hay miradas, gestos, levantadas de cejas, señalamientos que componen con el miedo que nos habita en el espacio social (en este caso tanto a le psicologue como al usuarie). Porque ya estamos acostumbrades a medir muy bien nuestras palabras, gestos, actos. La neutralidad de le analista compone muchas veces con quienes oprimen de manera (in)consciente. 


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Este texto resuena con el de Sebastián: ¿Pueden los heterosexuales ejercer el Psicoanálisis?[1]. No obstante, nos parece que, habría que repensar dos cosas:

a. Si la sexualidad de le psicologue es aquello que importa: tenemos la sospecha -que no es afirmación- que sí, como también importan las marcas en el cuerpo de la clase, las racializaciones, cuerpas minoritarias, etc. Y 

b. Que ninguno de nosotrxs estamos exentos de reproducir la heterosexualidad a pesar de ser putes. Porque ya sabemos, que más que una orientación, es un régimen político. Y, por lo tanto, estamos inmersos en él, corporizados en él, subjetivades.

¿Queremos decir con esto que las personas cis-heterosexuales-blancas-clasemedieras-altas-flacas no pueden ejercer la psicología? Pues no querides. No queremos decir eso. Queremos decir otra cosa. Queremos marcar que los modos de subjetivación que hemos atravesado en nuestras vidas van a operar en la clínica. La princesa del inframundo decía que la sensibilidad queer es una mirada desorientada. No estar segures de lo que sucede, vivir en la inseguridad constante, certezas precarias como las condiciones de vida de cuerpos precarizados. Nada más ético que la desorientación de la cura. Poseemos dos experiencias en un mismo cuerpo: la experiencia del paciente, la experiencia de le psicologue. ¿Qué hace cuerpo en el análisis? ¿Podremos hacerlas confluir? ¿Qué potencias radican allí? Históricamente se han pensado como espacios disociados, o, como mucho, para ubicar los “puntos ciegos” de nuestras escuchas. ¿De qué trata la clínica hoy?


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Recordamos escuchar en el pasado, y en la actualidad también, muches psicologues hablar que no importa la orientación sexual de le consultante. Que cada quién puede hacer lo que quiera en la cama, que eso no es lo que importa en un análisis, en una psicoterapia. Pensamos en el pliegue liberal de esta afirmación “progre”. Orientación sexual privatizada. “En tu casa, hace de tu culo un florero”. Se olvidan que también habitamos el espacio público. Que besarse en la calle contiene un riesgo que la heterosexualidad -aquí como práctica- no la tiene (de la heterosexualidad no se sufre, se sufre de la heteronorma). Riesgo lindo, atractivo, y, a la vez, horrible y represivo. Se olvidan de las experiencias de los closets. Omiten las violencias sufridas. No patologizan, pero omiten, olvidan, prefieren no poner en juego categorías sociales, políticas, económicas (aunque a la hora de los ateneos clínicos se nombre). ¿Desde qué lugares escuchamos las marcas de la violencia? ¿Hasta qué punto en la buena costumbre de “significar”, de paternalizar el lenguaje, se niega o se silencian, incluso se “simplifican” algunas maneras de sufrir? Se despolitiza el padecimiento y por ende así también toda una maquina deseante queda cosificada en esta idea blanca de “diversidad”. 


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Y entonces: ¿Cuál es la perspectiva de diversidades? ¿Dónde está la perspectiva de diversidades? La perspectiva está ligada a la mirada, a desde dónde se mira. Es una herramienta del dibujo, desde donde se muestra. Proponemos ampliarlo hacia la oreja, hacia lo que se escucha, hacia el tacto, hacia el olfato. Entonces, perspectiva implica también desde qué lugar se escucha, se siente, se huele. Este pliegue permite pensar a le psicologue como incluide en el proceso. No únicamente en términos de transferencia, sino en tanto presencia corporal, presencia escópica, presencia auditiva, presencia olfativa. Identificar fugas para potenciarlas o pararlas. No hace falta tener una bandera del orgullo en el consultorio. Sino más bien, mantener sensibilidades en la capilaridad, escuchar violencias sutiles (sufridas o ejercidas), potencias frágiles, incluir variables territoriales. Si les psicologues estuvimos muertos por mucho tiempo, es momento de devenir zombies, revitalizarnos a partir de nuestras cicatrices. ¿Que ofrecemos en la escena psicoterapéutica más allá de silencios o conclusiones apresuradas en torno a lo edípico, la erótica, los valores? ¿Educamos nosotres acaso? 


Pensar una clínica monstruosa, una clínica furiosa, que revitalice las intervenciones. ¿Podemos hablar desde la fragilidad en y del dispositivo clínico? ¿Hablamos de los dolores que provocamos?

Tal vez poder hablar desde una perspectiva de diversidades es en sí misma la monstruosidad que estamos necesitando. No es novedad, por lo menos para nosotres, las distintas críticas epistemológicas que se le hacen a las psicoterapias. Este no sería el punto más problemático, sino lo que insiste de él, que es pensar y sostener la pureza de los dispositivos terapéuticos, como experiencia y como edificios conceptuales. Por más que nos gustaría, poco tenemos que ver con las sociedades del primer mundo, hoy tenemos la posibilidad de pensar en clave clínica-puto-sudaca.


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El muerto se pudre rápido, salvo que esté en un freezer o tenga aire acondicionado. El espejo, si se rompe, da 7 años de mala suerte. A veces es el tiempo que tarda une paciente en volver a consultar tras sufrir crueldades por parte de les “profesionales”.




[1]  Cañete, S. (2021). ¿Pueden los heterosexuales ejercer el Psicoanálisis?, del compilado: “El trabajo del psicoanalista en épocas del feminismo”.



* Psicoanalista (UBA), Escritor. Trabajador de la Educación, Lic. En Psicología Min. De Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Docente en Dirección de Orientación y Acompañamiento a las y los estudiantes Universidad Nacional de Hurlingham. Maestrando en Estudios Interdisciplinarios de la Subjetividad (FILO-UBA).

** Trabajador de la salud, Lic. En psicología. Co-coordinador del área Académica de la Secretaría de Abordaje de los Consumos Problemáticos de la FALGBT. Maestrando en Estudios Interdisciplinarios de la Subjetividad (UBA). Miembro de MANAR – Salud Mental y Esquizoanalisis. Miembro del Dispositivo Pavlovsky.

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