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Inversiones: Armar y sostener la clínica



¿Cómo se sostienen las amistades? En conversaciones. ¿Cómo se amasa la clínica? En conversaciones. Estas son las preguntas que permitieron abrir rumbo, ponerle dirección y encauzar una trama, al modo de un obrar clínico: sobre otros lenguajes de los que aprovisionarse a la hora de armar, sostener, detallar… lo terapéutico: La literatura como artificio.


por Julieta Frontero*



Consulté a V. qué la motiva, aunque sea brevemente, qué le agrada, si algo le produce algún tipo de entusiasmo: ¿Qué es? Responde tímidamente sobre un género literario que desconozco. Autores que nunca había oído hasta el momento. Le pido que los anote en mi agenda. Sonríe vergonzosa mientras añade la información. <información clave: punta del ovillo>.


Comenzamos un intercambio literario. Llevo algunos de los que me nombró anteriormente ya que, argumenta, los requería para poder leer una saga completa. Lee y devuelve, luego de cada semana, con gran interés. Me aclara que no tiene nada a cambio para ‘intercambiar’. Sus pertenencias fueron quemadas, al igual que la de todos sus familiares, en un ajuste de cuentas en un contexto barrial por demás complejo. Le respondo que no se preocupe: no todos los intercambios son materiales, mucho menos en este espacio. La semana siguiente, además de la literatura, decide añadir el lenguaje musical a este espacio. Nombra artistas que no conozco, salvo uno. Y tarareamos su tema más conocido. A la siguiente, trae una canción (también desconocida a mis oídos) transcripta en hojas cuadriculadas de escuela; ámbito que tuvo que abandonar luego de los sucesos que comentaba anteriormente, y no sabe si podrá volver a la misma institución, mas bien cree junto a su madre que ya es momento de buscar otra. Pero ambas continúan suspendidas en este tiempo de letargo. De hastío. De incertidumbre. De espera.


“Aferrarse”, dice la canción en una parte de la letra. A algo. A alguien. A un momento. A un proyecto. A una esperanza. [Pero la esperanza no se espera, dicen].


Decido no ofrecerle ninguna certeza. Decido alojar la espera en un tiempo que, tal vez en otro momento, devenga clínico. Un tiempo que deje de ser el del hastío pero también el de la urgencia. Un trabajo en torno a una sala de espera. No como medio. Sino como un fin en sí mismo.


[ Una inversión en un artificio del cual tenemos el poder de aferrarnos:

Inversiones musicales

inversiones nietzscheanas

inversiones clínicas

inversiones literarias


Inversión operación que materializa una apuesta, un recurso, un proyecto en

pos de un beneficio económico; en tanto acción, dirección y

reposicionamiento de una economía libidinal en el ámbito clínico.

El valor de trabajar sobre los propios valores: como motor como fuga como movimiento deseante, superando toda moral. ]



Valor de la palabra. Valor del acto. Valor de lo posible


Pronto se sumará A. a este sainete literario. La apuesta es a trabajar en base a la búsqueda —y el sostén— de los propios intereses. En este caso sí como medio para. Ningún fin en sí mismo mas no sea servirnos de balsa. Una pequeña digresión: cuando digo intereses ‘propios’, no reconozco claramente a los de quién me estoy refiriendo. ¿Acaso no resulta necesario que la apuesta primera –materia prima— para que el amor de transferencia resulte, acaso no resulta necesario que esta sea del terapeuta (analista, PSI, escucha, como más guste llamarse/autopercibirse en este crisol devenido clínica)?


No hay lugar para el temor en este oficio, dicen, “no se trata de temer o de esperar, sino de buscar nuevas armas” (Gilles Deleuze y Félix Guattari).


A. tiene mucho miedo de hablar. Baja la cabeza con frecuencia interrumpiendo todos sus breves relatos. Ríe avergonzado. Mientras intento armar uno propio sobre estas conversaciones entrecortadas. Me pide disculpas con insistencia. Tiene mucho por decir. Lo sabe. Lo enuncia. Y también tiene sus propios tiempos. (¡como todos!) Relanzo la apuesta a partir de los libros. Su cara sorprendentemente se transforma y empieza (¡por primera vez en este espacio!) a brillar. Y con él mi entusiasmo. Me emociono junto a él. Decido no disimularlo y acompaño su propio entusiasmo. Él lo necesita, yo también.


[ Una nueva lógica reparatoria, lejos del furor curandis freudiano.


Reparar: componer, enmendar, subsanar. También oficiar de “cosa que se pone como defensa o al resguardo”. ]



Su elección está en literatura de terror, policiales y libros de historia. Comenzamos el trabajo (¿o continuamos?), sumo algunos ejemplares de novela gráfica en torno a la segunda guerra mundial (su favorita) y pronto, semana a semana, voy descubriendo que el ovillo ya estaba armado. Nuestra tarea sería la de ir desarmando los nudos que se acumulan en todo tipo de hilo y lana. Sus guerras internas, el silencio alternado por los golpes en la calles (de los que no puede huir), la violencia de la que fue y es testigo sin ningún tipo de cuidado.


Dejo que vaya desarmando los nudos, a veces uno solo y con mucho esmero, a veces muchos de modo compulsivo. Le ofrezco ayuda atenta a no invadir el relato que logra ir componiendo, que la tome solo cuando la precise. Sonríe y me toma de la mano: “vos sos como la tía”, regala al final de alguna que otra sesión. “Decime, ¿quién es la tía?”, “La tía es mi único compinche”, responde. La balsa sirvió, llegó a algún puerto. Agradezco su confianza, le prometo no romper este vínculo de cuidado. Al fin y al cabo, no se trata de otra cosa que (des)armar su propia historia.<<Como podar una enredadera, para que —poco a poco— vuelva a encontrar su espacio>>.


[ Una clínica de la amistad

a veces, de a saltitos a veces, de reversa

a veces, con un pulso en permanente cambio

a veces, con un ritmo alterado

nunca armónico

siempre con altibajos.


Una clínica amistosa

en la que, tal vez, se pueda

jugar un poco

a repararnos. ]


(en este escrito resuenan Gilles Deleuze y Félix Guattari)



*Licenciada en psicología, escritora y trabajadora estatal.

1 Comment


Kae Gutierrez
Kae Gutierrez
Jul 29

Ay, mi queridísima July... Te encuentro en la atmósfera del texto, en su calor, en su musicalidad, en su amorosidad... Estás en todos los renglones. Que placer leerte

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