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Fingir demencia: Armarse de tiempo e ideas.

Crédito de la imagen: Graciela Iturbide



En este ensayo, Julieta Frontero intenta traccionar una nueva capacidad de transformación de la realidad: que ampare e invente, que organice y lo intente, que promueva territorios libres de violencias. La autora nos propone reinventarse, al modo frugal, mas no sin una potencia vital y creadora: la de las fuerzas terrestres; no sin la invención de un nuevo tiempo: uno que vaya más allá de todo fingimiento.



  por Julieta Frontero*



Lo frugal

[Dícese de lo sobrio, lo comedido y austero: aquello que se presenta como discreto y prudente.]

 

“¿Se puede ser testigo del vínculo que tenemos con una situación o personas aunque ese lazo no sea sanguíneo sino proveniente de una afectividad política?”, se pregunta María Pía López en Travesía, un libro que reúne, agrupa, acuerpa y se atreve a “repartir de nuevo”: como un auténtico maldón. Así, recupera en movimiento, en una escritura zigzagueante (donde no se pierde la organicidad ni la organización), una frase de la generosa María Moreno.

Mientras me deslizo por sus páginas, en un sábado caluroso y asfixiante que se presenta como antesala de tormenta (una de tantas), circulo y circulo intentando buscar respuestas ante tanto sentimiento de abandono, de desazón, de silenciamientos por un lado y de intentos –casi siempre fallidos –de resistencias, por el otro. Circulando, digo, me encuentro con una nueva necesidad: la de inventar.

Estamos transitando una época de “egos solos buscándose en la oscuridad”, un pueblo intentando hallar un alegre en este infierno, como recita un tema icónico de Divididos, en plena crisis de verano; buscando conmoción, buscando resistir, buscando motivación y una salida a esta película que más que dar miedo, infunde terror.

En este periodo se instala un mecanismo : el de fingir demencia, que genera humoradas y controversias por doquier. Hay quienes lo esgrimen como mecanismo de defensa, hay quienes logran atesorarlo como una cuña que le es quitada a la tristeza, una forma de resistencia, una negación que trae un breve momento de alegría, entre tanta pálida. Ambas lecturas son necesarias y no por ello excluyentes. Asimismo ambas experiencias del “fingir” encubren un miedo al roce real con la demencia, que ha sido instalada como una variable de época.

Circulo mientras me pregunto, ¿en qué lugar posicionarnos frente a la realidad catastrófica que se nos avecina, sin caer en lecturas derrotistas ni en mecanismos que naturalicen la negación y la demencia –propia y ajena –?


 Demencia

La demencia es una alteración de la capacidad para recordar, pensar o tomar decisiones, interfiriendo de este modo en la realización de las actividades de la vida diaria. No parecería presentarse como una alternativa válida, al menos no de forma permanente, al contexto que nos envuelve: un presente que requiere de atención plena y mucho ejercicio de la memoria. Sin embargo, la demencia puede resultar creativa, auténtica y despojada de una caterva de prejuicios que anulan la acción.

Habiendo trabajado acompañando a personas con esta condición, debido a un proceso vital (natural y/o químico), pude rememorar escenas donde lo espontáneo, lo novedoso, el acto fresco (sin muchos remordimientos y revisiones) aparece en alguien que convive a diario con la demencia. Convertir ese resultado en juego, utilizarlo a favor en un tiempo donde abunda la sobreinformación y hay carencia de ideas, puede resultar un buen avance, como el que nos devuelve María Pía: “Maldón es una palabra lúdica, cuando uno juega y reparte mal, se dice ´Maldón pasa la mano´, así se ve que se repartió mal y hay que empezar de vuelta”.

La demencia, a corto plazo, interfiere en el tiempo como variable. No está claro si para suprimirlo, para acelerarlo, o para suspenderlo de manera caprichosa. Sin embargo es razonable que interfiera como mecanismo propio y se instale como operación de intervención sobre las células que componen una vida en singular (y algunas cuantas en lo colectivo). Se instala, así también, una nueva necesidad inventiva: la construcción de una temporalidad que ampare, a diferencia de la actual que acecha emparentada con el capital, los medios y las tecnologías.

 

Tiempo

En esa búsqueda andamos, a veces, sin saber cómo encontrarnos; parafraseando a un autor que también ha apelado al juego como método de supervivencia; mas no sea para que viva el amor, al modo de un ejercicio de la rayuela. Poner el cuerpo, poner la inventiva a circular, poner en juego la interrupción (en los hostigamientos, en las desmentidas sobre nuestra historia, en el exceso de frivolización de la política, entre otros) y con ella asumir que es “acción soberana, intuición de que algo debe suspenderse: la reiteración del daño, la implacable repetición” (López).

Poner los pensamientos a disposición de lo novedoso, poner la escritura a entrelazar. /RE-PONER/ se propone como mecanismo de defensa ante lo incierto, ante lo que se presenta como dado y por ello implacablemente sanguinario en operaciones simbólicas del orden de lo destructible. Es allí, en el amparo de las interrupciones que dignifican, donde se instala la construcción de un nueva temporalidad que habilite y habite, que acuerpe y aloje, que exista y resista como treta de los y las débiles.

Armar y desarmar nudos en esta coyuntura, componer redes y habitar territorios sin violencias, requiere ser capaces de romper con las operaciones de mortificación en las que nos instala la encerrona trágica (dícese de Ulloa). El mismo Fernando, ávido lector, profesional comprometido con las causas y añorado psicoanalista, es quien sostiene una máxima de Mao Tse-Tung, que se emparenta con los intentos –fallidos o no –de este breve ensayo: “Mao sostenía que recuperar desde hoy el sentido válido del ayer, era una manera de dignificar la tradición. Eso mismo ocurre cuando alguien, al analizar críticamente un comportamiento, aún el propio, logra resignificarlo”.

Reinventarse al modo frugal, mas no sin una potencia vital y creadora: la de las fuerzas terrestres, mas no sin la invención de un nuevo tiempo. No hay capacidad de transformación (y de defensa, si se quiere), nuevamente, sin la inventiva de un tiempo nuevo, que vaya más allá de todo fingimiento. Requiere ser capaces de construir nuevas narrativas, prudentes, sinceras.

“Escribimos como parte de una conversación pública, cuya interlocución a veces sucede, otras no”, reafirma María Pía. Decir y más decir, ante un desierto de oídos sordos, ante un pueblo de egos solos, ante tanta crueldad naturalizada, también es un modo de resistencia: estar y no ser, decir para no callar, intentar e inventar, endurecernos sin perder la ternura jamás.

En definitiva, ante toda salida de emergencia, siempre habrá que conjugar pensamiento y experiencia: solo la organización vence al tiempo, General.

 

(en este escrito resuenan y motorizan a destiempo: María Pía López con Travesía y Fernando Ulloa con Novela clínica psicoanalítica)



*Julieta Frontero: Licenciada en psicología, escritora y trabajadora estatal.


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