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Clínica sujeta a revisión: La voluntad negada (y otros nueve espectros)



Crédito de la imagen: Meli Popp




En el siguiente artículo, Exequiel Maffei abordará algunas lecturas que repetidas veces ofician de hábitos coagulados en el preconsciente de la clínica psicoanalítica.



* por Exequiel Maffei


“La costumbre es como esos caminos que se hacen a fuerza de pasar una y otra vez pisando el pasto y los yuyos, abriéndolos a los costados de ese lugar donde de a poco aparece la tierra, y así, en donde antes uno podría dibujar un recorrido a su antojo, de repente, parece imposible tomar un rumbo que no sea el de las propias huellas.”


Alejandra Kamiya



Hay espectros que recorren nuestros consultorios burlando resistencias desde los orígenes del psicoanálisis. Espectros porque estos sentidos de construcción teórica son conducidos por diversos dispositivos sin por ello devenir conscientes para los agentes que los reproducen. Parasitan cuerpos porque hace ya mucho dejaron de respirar por sí mismos. Se esconden en las palabras y, paradójicamente, son invisibles por exceso de presencia. Sobrevuelan los imaginarios y se materializan en el preconsciente analista. Son espectros que pretenden abarcar la mirada en un deseo de totalización. A ese deseo de totalización le oponemos un deseo de revisión. Se trata de entidades ya estudiadas, siempre camufladas en la novedad. Insistencias espectrales que nos plantean las siguientes problemáticas:


1. Primer espectro: El Yo en déficit

Una ideación heredada de la concepción de la instancia como una construcción exclusivamente defensiva. El espíritu combativo que le hizo frente a un psicoanálisis que olvidaba al Inconsciente por inflar al Yo, dejó marcas al modo de un trauma, deviniendo síntoma disciplinario. Muchas veces se nos aparece así un Yo que sólo se encuentra en el espejo. La voluntad leída así como una ilusión producto del sistema Consciente-Preconsciente, que tras desconocer por propios los recorridos libidinales inconscientes que en parte la determinan, opera, pura y exclusivamente por exclusión.

Movimiento de relaciones intrapsíquicas. Fichas de un dominó. Una lectura positivista en relación al objeto de conocimiento, la cual conserva el sabor a óxido de su impronta biológico-mecanicista. Son los modelos teóricos a los cuales adscribimos, las herramientas de lectura con las que contamos. No es lo mismo darle estatuto de realidad a lo identitario que considerarlo mera captura narcisista.

Cuestionamos: ¿Con qué modelos teóricos componemos nuestra escucha?


2. Segundo espectro: sujeto ubicado en el Inconsciente

Atribuir existencia a un Otro sujeto en el Inconsciente. La idea de un Otro parasitario que determina la toma de decisión sobre los caminos pautados de la volición puede llevar a pensar en dos situaciones, ambas iatrogénicas: culpabilización sobre el malestar sufriente y un efecto de sentido de determinismo inconsciente, que dejaría sin recursos a un yo identitariamente maniatado. Ambos efectos de discurso, que podemos reconocer en su especificidad en tanto elementos paradigmáticos del discurso neoliberal. En esta doctrina, el regulador no es el Estado, sino la mano invisible del mercado. Libre comercio y el Inconsciente destino como fuerzas naturales. Corrientes que arrasan. Tsunamis. Ubicar al Inconsciente en el lugar del maestro detrás de los hilos es el problema inverso, y de equiparable peligrosidad, a aquel del culto por el “Yo-autosuficiente”, tan promovido por la lógica del mérito y la competencia en la carrera del capital.

Cuestionamos: ¿Hacia dónde se dirige nuestra escucha?


3. Tercer espectro: determinismo Inconsciente

En íntima relación con el anterior, este espectro corresponde a la lectura del Inconsciente como trascendental, universal, mitológico, esencial. Resabios de otros tiempos donde este comodín funcionaba como última respuesta a las preguntas más incisivas sobre el método. Deux ex machina, que no por máquina deja a Dios por fuera. ¿Qué diferencia hay entre una respuesta causal biologicista y aquella que ubica en el mismo lugar a la pulsión de muerte? Se preguntaba Silvia Bleichmar intentando mostrar la falacia escondida en esta postura teórica.

“Ambas posiciones están atravesadas por un supuesto paralizante: sea de una biología mítica, sea de una biología incierta” (Bleichmar, 2010, 155), decía señalando al psicoanálisis biologicista y a la neurobiología, respectivamente.

Cuestionamos: ¿De qué manera nuestras intervenciones responden a este supuesto?


4. Cuarto espectro: Lectura permanente teleológico-evolutiva.

La clínica sujetada por la valorización ininterrumpida de la corroboración de un "avance terapéutico". Expectativas sobre lo que se esperaría de un "fin de análisis" o el cumplimiento de algún "objetivo" libidinal. Actitudes que, de no ser puestas en suspenso, acarrearían la obturación en la inteligibilidad de las producciones del analizadx, y hasta de su reconocimiento como semejante. Como si las viejas ideas del despliegue de una sexualidad normalista aún estuvieran operando en un forzamiento de escucha clínica. De la misma manera, las producciones de un paciente anticipadas por el profesional que sabe de antemano el camino que debe recorrer, podrían devenir germen de objetalización. La pretensión teleológica, ya sea en su vertiente evolutiva al modo de despliegue/repliegue, o en su forma de “objeto a construir pensado a priori”, elevada a regla sobre todo elemento, podría conducir a la negación de la condición humana. Obturar la creatividad. Violencias de la interpretación sin efecto de reequilibración terapéutica. Un recordatorio: No quitar el derecho a no ser interpretado. Cuestionamos: ¿Qué zonas de la escucha se podrían ver desensibilizadas?


5. Quinto espectro: paciente-objeto a investigar

Sostener un análisis, es necesariamente sostener un espacio de inter-subjetividad. La subjetividad está delimitada por ese espacio donde habita el sujeto. Trabajamos con un aparato psíquico abierto al exterior provisto de un Inconsciente, por definición de composición heterogénea parasubjetiva. Entonces, trabajamos con mucho más que con una subjetividad. Es el reconocimiento de esta complejidad lo que nos ayuda a evitar caer en juzgamientos lineales, simplistas o absolutistas. Pero nada de ese plus niega el hecho de que, aunque parezca innecesario repetirlo, hay alguien ahí. No podemos permitir que el ejercicio de disección imaginaria que utilizamos como lectura del aparato psíquico nos capture y traslade a un mundo inanimado. Considerando la ética como aquella capacidad de ubicar al otro como semejante, entendemos entonces que todo ejercicio que objetalice al otro constituye un acto de crueldad. No se trata de pensar una función de reconocimiento de la otredad en términos absolutos, al modo de un renovado esencialismo, sino de analizar las resistencias que las apropiaciones teóricas configuran sobre la nueva situación. Estudiamos por partes. Ésta también es una de las estrategias del mercado para desensibilizar. Probablemente las carnicerías venderían menos si le consumidorx tuviese que elegir la vaca viva.

Cuestionamos: ¿Cuál es nuestra noción de semejante cuando escuchamos a un “aparato psíquico” hablar?


6. Sexto espectro: Analista-Sujeto de conocimiento

Complemento epistemológico del punto anterior. Posición que esconde, en su pretensión de cientificismo, la clausura a un espacio compartido que exceda las individualidades. Espacio donde insisten procesos, matices, variaciones e invenciones. Debemos ampliar el campo representacional del analista. Abrir. Fugar. Crear. Estar disponible para lo que no viene de mí. Propongo des-centrarse, para hacer consistir. Habitar el "entre". Como nos invita Vinciane Despret, hablar "a partir de" un medio. Partir de allí.

El medio como apertura de posibilidades es lo que lleva a las cosas a su realización, ciertamente transitoria, pero bien real. Y él mismo, se realiza como medio - en el sentido en que William James habla de un devenir real - acogiendo nuevas realidades”. (Despret, 2021, 49)

Hablar a partir del medio es para Despret “dejarse instruir”. Podemos decir con ella: en el medio terapéutico, abandonar la impulsión de explicar. Debemos componer con las condiciones de posibilidad de emergencia de lo vital. Las personas deciden y son afectadas. Las personas crean y son capturadas. Las personas vivencian y hacen sentir. Aman y contemplan. Se sueltan, se arrojan, sostienen, confían y se defienden. Odian, imaginan, piensan, intuyen. Y todo lo que puede ser pensado en el medio, como también aquello que no puede ser nombrado. Hacer espacio y tiempo para la neogénesis al interior del dispositivo mismo. En ese “entre” analistas y analizadxs nos transformamos mutuamente.

Cuestionamos: ¿Desde dónde partimos?


7. Séptimo espectro: La contratransferencia-residuo

El intento de negar la condición humana del analista, fundado en la ilusión de encarnar un lugar de ausencia absoluta que motorice el deseo. Borramiento en donde el silencio operativo podría expandirse a un silencio cómplice. La contratransferencia existe y produce efectos. Sería ingenuo no darle lugar.

"La contratransferencia debe ser concebida como motor de interrogación…" (Bleichmar 2012).

Cuestionamos: ¿Es concebible un análisis desde la desafección clínica?


8. Octavo espectro: Atención flotante a-ideológica

Lectura sobre esta regla fundamental al modo de entidad a-histórica, como si de una función solipsista se tratara. Considero que el buen ejercicio clínico es correlativo a una revisión del analista hacia sus propias instancias psíquicas. Hablamos de una regulación entre el Yo analista y sus ideales. Ejercicio que necesariamente se realiza de forma colectiva. Construimos así un ideal puesto al servicio de la ética. Esta es una corroboración al correcto emplazamiento de un lugar de escucha analítico. Cuestionamos: ¿Cuándo flota nuestra atención?


9. Noveno espectro: Ciénaga

Una autolimitación en el trabajo sobre la ampliación y problematización del campo representacional del analizadx, fundada en el presupuesto de que, durante la sesión, nada nuevo debería ingresar al psiquismo. “No enchufarás sentido”. Herencia de la búsqueda de condiciones ideales en el laboratorio, ahora llevadas al consultorio. Aquí solo se permite señalar conexiones, hacer silencios, decir “mmh” o devolverle palabras al analizadx, como si se considerara a éste una estantería que peligra derrumbarse.

Se puede estar buscando ligar elementos sin por ello poder habilitarse a preguntar, repreguntar, prestar palabras o afirmar diferencias entre estados anímicos. Resulta ridículo pensar que no nos autorizamos a hacer intervenciones con mayor fluidez, efecto de un acartonamiento disciplinario.

Cuestionamos: ¿Cuántas veces nos sentimos entrampadxs y sin herramientas para relanzar movimientos?


10. Décimo espectro: La voluntad negada

Fuera del consultorio, si es que podemos partir de semejante diferenciación, la pérdida de autonomía, las condiciones de vulnerabilidad, las violencias legitimadas y aquellas que ocurren de todos modos franqueando todo límite, las negaciones del dolor y la precariedad en el sostenimiento posible de redes afectivas nos enredan en un collage de fantasías distópicas, angustias y síntomas. Formas de la tramitación de una realidad que desborda. La paradoja: se ofrecen arcaicos emblemas de fortaleza como promesa de supervivencia, al mismo tiempo que las potencias singulares se ven apagadas. En esta coyuntura donde la palabra libertad esconde la esclavitud al mercado, e imágenes de animales que rugen desbordados en potencia se presentan como el despertar de un viejo orden biologicista sostenido en un ideario de supremacía, el psicoanálisis debe apostar a romper las cadenas de esta narración neo-naturalista. No todo está determinado. Tenemos la voluntad de negarnos.

Cuestionamos: ¿Qué estatuto le damos a nuestras elecciones?


Conclusiones

Así descrito el panorama, como psicoanalistas procuremos no alejarnos de nuestras responsabilidades a la hora de advertir dónde se nos filtra la herencia simbólica de aquellas otras épocas de hacer clínica, por cierto, no tan lejanas. No olvidemos los comienzos de la psicología y sus alianzas políticas en torno a sus condiciones de posibilidad, ahí nomás a la vuelta del cuartel. Para ello debemos hacer de la revisión teórica y práctica una constante. Evitar el endogenismo profesionalizado. Al consultorio, como al aparato psíquico, considerarlo un sistema abierto posibilitando así articulaciones con otros. Diálogos con otras disciplinas y actividades. Intercambio efectivo con, y en la cultura. Parafraseando a Lila Feldman: tengamos el coraje de narrar nuestra práctica. Los espectros no solo toman consistencia a través de las formas coaguladas en la transmisión de nuestras disciplinas. Ellos mutan para adaptarse, devienen otros para persistir. Si hay nuevas formas de nombrarnos, hay también nuevas formas de desubjetivarnos.

Cuestionamos: Todo.



* Exequiel Maffei: Psicoanalista (UNLP), diplomado en Perspectivas de Géneros y Bioética Aplicada (UCH). Músico. Escritor.



Bibliografía

1. Alejandra Kamiya. “El sol mueve la sombra de las cosas quietas”. Editorial “Bajo La Luna” (2019). (pág. 29)

2. Silvia Bleichmar. “La subjetividad en Riesgo”. Apéndice: “Efectos de un pensamiento crítico en la práctica y en la teoría”. (pág.155). Editorial Topía, 2005

3. Vincieane Despret. “A la salud de los muertos. Relatos de quienes quedan. Capítulo III: “Seguir a los vivos y a los muertos en los que los mantiene juntos”. Editorial Cactus, 2021. (pág.49)

4. Silvia Bleichmar. “La subjetividad en Riesgo”. Capítulo IX: “La guía de las pasiones”. . Editorial Topía, 2005. (pág.78)

5. Silvia Bleichmar. “El Psicoanálisis en Debate”. Editorial Paidós. (2020)

6. Silvia Bleichmar. “La construcción del sujeto ético”. Editorial Paidós (2012)



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