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Apuntes para un psicoanálisis aburrido

Actualizado: 4 may 2023

Frente al imperativo posmoderno de rendimiento, se plantea una relación entre psicoanálisis y aburrimiento; postulando a este último como garante de una invención subjetiva en un presente abrumador.





En la actualidad, el sistema capitalista, siempre camaleónico para incrementar sus ganancias, imparte sobre las personas una insistencia extenuante a que satisfagan sus placeres y logren la mayor expresión de sus capacidades, derribando todas las barreras que se antepongan en la consecución de sus objetivos.

Mitigando toda imposibilidad, el precepto de época empuja a la hiperquinesia; al cultivo constante de un rendimiento voluptuoso. Comienza una carrera de progresión insostenible: el estado actual de la persona debe ser superado por una nueva versión de sí, que sólo se conseguiría con esfuerzo. No es casualidad la preponderancia que el término Resiliencia ha ganado en espacios ‘psi’ y en la sociedad, entendido este como la capacidad de afrontamiento y superación de diversos escollos que a las personas puedan planteárseles. La meritocracia opera en la misma línea, según el psicoanalista Marcelo Barros, para este sistema quien se ahoga es por no saber respirar bajo el agua.

Insoportable se hace el presente, entonces, en pos de un futuro demasiado pronto que no permite la detención. Byung Chul- Han da cuenta de este proceso: “En lugar de una coacción externa aparece una coacción interna, que se ofrece como libertad. (…)La sociedad del rendimiento es la sociedad de la autoexplotación. El sujeto de rendimiento se explota hasta quedar abrasado. (…) El proyecto se revela un proyectil, que dirige contra sí mismo”.

Resulta interesante pensar la dinámica de la pandemia por Covid – 19, bajo los términos impuestos por esta lógica de autoexplotación. La coyuntura viral acarrea consecuencias que le son inherentes, pero también adquiere un tono particular por el sistema que la recibe y administra. Todas las restricciones que la situación de aislamiento impone, son interpretadas como una caída inadmisible de la potencia productora. A los efectos que genera la situación pandémica de por sí, se le suma la incesante imposición de tener que «retomar», a toda costa y, encima, con mayor eficacia –véase el nuevo mensaje de bienvenida de Outlook: “Conéctate, organízate. Aumenta tu productividad”-, las actividades que fueron suspendidas, sin importar los medios con los que se cuenten.

Así, se produce un amontonamiento de exigencia que hacina al psiquismo de quien la recibe, el acicateo permanente bloquea la capacidad requerida para darle cause a los estímulos que ingresan. A caso por ello Lacan describió a este funcionamiento –al cual llamó discurso capitalista- como “loco, destinado a estallar”. El resultado puede ser, entre otros efectos que se suelen mencionar, la angustia.

Además, esta celeridad invade por completo los momentos de “tiempo libre”, donde el precepto de actividad, en forma de entretenimiento, también se impone. El aburrimiento no está permitido. Han, respecto al multitasking y a las plataformas de juego, dice que “Suscitan una amplia, pero superficial atención, parecida al estado de vigilancia de un animal salvaje.” El flujo de información que circula en estos medios es abrumador, fomentando una hiperatención propia del salvajismo, insostenible para la dimensión humana. La multiplicidad de opciones que el sistema ofrece no alcanza a constituir una posibilidad, la cual siempre lleva consigo algún tipo de pérdida.

A partir de poner en forma el desfase entre lo que otrora se realizaba y su pretendido retorno en cuarentena, la posibilidad de hacer algo nuevo, propio de estos tiempos, se abrirá.

“Correr implica apresurarse, por eso entonces cantaré” (Fito Páez -Un Rosarino en Budapest)

Una frase escrita por Freud, en la correspondencia con su discípulo y biógrafo, Jones, da título a una publicación reciente, del psicoanalista argentino Sebastián Bartel: “la vida y el trabajo deben continuar”. Esta proposición del médico vienés ofició como recomendación frente a la pandemia de Gripe Española que azotaba Europa. En el artículo mencionado, el autor prosigue su texto incluyendo un comentario de Miller, psicoanalista francés, que continúa la frase de Freud, diciendo: “De aquí que haya que trabajar, porque si se holgazanea, solo hay pase de pereza”.

Se entiende que Freud hace referencia al trabajo psíquico, el cual funciona tramitando los estímulos que ingresan en el psiquismo, permitiendo una descarga experimentada como placer y un equilibrio en el aparato. En esta línea podemos recuperar un pasaje de su texto de 1895, Proyecto de psicología para neurólogos, donde dice que: “La reflexión es una actividad del yo que demanda tiempo y no puede realizarse con intensas cargas en el nivel del afecto” , y afirmar que la prisa que genera el imperativo capitalista deniega el tiempo necesario para reflexionar, lo anula. ¡Just Do It!

En el análisis el que trabaja es el paciente. Esta labor es distinta a la que demanda el patrón capitalista, y no implicaría una exclusión con la holgazanería –tal como lo plantea Miller-, ya que este trabajo habilitaría la posibilidad del aburrimiento. Entendiendo a este último como punto de pasaje, como bisagra entre la prisa y lo nuevo, tal como lo plantea Han : “Correr no constituye ningún modo nuevo de andar, sino un caminar de manera acelerada. La danza, en cambio, consiste en un movimiento del todo diferente. Únicamente el ser humano es capaz de bailar. A lo mejor, puede que al andar lo invada un profundo aburrimiento, de modo que, a través de este ataque de hastío, haya pasado del paso acelerado al paso de baile. En comparación con el andar lineal y rectilíneo, la danza, con sus movimientos llenos de arabescos, es un lujo que se sustrae totalmente del principio de rendimiento.”

El psicoanálisis al que adhiere este escrito, trabaja con un sujeto que es entendido como efecto -esto ya permite una distinción respecto del mandato actual que pretende a los individuos como conductores de su propio destino, obreros de su progreso. Considerarlo un efecto es reconocer que hay algo que lo antecede e inaugura como tal, no se crea a sí mismo. Más allá de su voluntad, hay algo que habla en él.

Este orden predecesor es el simbólico, el del lenguaje, que se encuentra en el Otro –depósito de los términos que producen al sujeto, instancia abstracta que puede tomar distintos lugares, por ejemplo la cultura.

El encuentro con este orden es contingente pero va fijando un destino. Esta instancia en la que el sujeto se funda, establece distintos vestigios que funcionan como marco donde la escena de su realidad se desarrollará. Todo marco, para que adquiera sentido lo que se produce en él, deja algo por fuera. El sujeto surge a partir de una base de imposibilidad, dentro de la lógica humana, y en detrimento del salvajismo liberal.

A quienes acudan a tratamiento asediades por el imperativo de rendimiento, este psicoanálisis ofrece tiempo, uno en el cual el aburrimiento pueda ponerse en juego. Propone demorarse hablando, para que pueda producirse un encuentro con aquello que determina; con el inconsciente, definido por Lacan como el discurso del Otro. La prisa del voluntarismo liberal a la que el yo es sometido pierde consistencia, a causa de la entrada en escena de algo que ‘se’ dice más allá de la intención.

Se invoca lo que el capitalismo rechaza: los vasallajes. A partir de su producción, el aburrimiento puede advenir, no como un mero drenaje sino como el pivote hacia otra lógica –el pasaje de correr a danzar-; que implicaría un nuevo encadenamiento con estos determinantes, inédito. Esta invención ubica al sujeto en una posición no padeciente en el Otro, siempre con él; a diferencia del emprendedurismo New Age y sus pretensiones de un agente autónomo, que muta de forma permanente.

De esta manera, se podría brindar un tratamiento al padecimiento psíquico producido por los mandatos de época; restaurando la capacidad reflexiva de la que habla Freud y propiciando una creación condicionada, posibilitada por este trabajo que habilita holgazanearle un poco a las coacciones actuales.



*Lic. en Psicología. Concurrente en Salud Mental e Investigador UBACyT. mauro.amor@hotmail.com


Nota publicada originalmente en Notas Periodismo Popular.

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