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Breve tratado para una politización transitoria de lo inconsciente

Actualizado: 20 abr 2023



Con este escrito se inicia el Dossier "Politizar el Inconsciente", el cual resulta del trabajo sistemático del Laboratorio de Políticas del Inconsciente (LPI). Aquí el autor propone una serie de axiomas y teoremas que configuran una aproximación conceptual posible al problema así como anima la imaginación de potenciales intervenciones.


por Agustín Palmieri*


Cualquiera que trabaje para la perpetuación del mundo que hoy nos rodea,

aunque fuera en nombre de la filosofía [o el psicoanálisis],

es un adversario y debe ser conceptuado como tal [1].



El periplo que me propuse exponer ante ustedes es el resultado (inacabado) de la labor intelectual que venimos dándonos mis compañeres y yo, al interior del Laboratorio de Políticas de lo Inconsciente, espacio que formamos hacia finales de 2020, en plena pandemia, con el propósito (el deseo) de resistir ante la impotencia, la depresión, la derrota, la resignación y la nostalgia de nuestro tiempo. La consigna para el armado del presente dossier es ¿qué pensamos cuando hablamos de politizar lo inconsciente? La forma que dispuse procurarle a mi escrito está organizada por una serie de elementos, a los cuales, desde una orientación dialéctica y materialista, intento definir para, luego, alcanzar transitoriamente una idea –o concepto- sobre el asunto en cuestión.


El método que decidí utilizar consiste en orientar un conjunto de axiomas que –siguiendo la herencia del more geométrico- habrán de potenciar heurísticamente, en el mejor de los casos, cosa que espero, la serie de ideas/conceptos que nos procurarán provisoriamente una reducción formal de nuestro objeto.

AXIOMAS:

  1. Nuestra posición materialista debe partir de la no identidad entre lo real y su concepto.

  2. Los términos que componen el binario “ideología-ciencia” no pueden ser pensados cada uno por separado, como si se tratase de términos opuestos que componen espacios distintos: lo verdadero y lo falso, sino que siempre estamos en esa conjunción de la que sólo una intervención militante (un corte) puede, retroactivamente, separar y discernir lo otro de la ciencia, aquello de lo cual ésta se separa.

  3. Toda práctica teórica debe producir mediante abstracción el concepto de su objeto. De lo contrario, permanecerá sujeta al horizonte de la ideología empirista.

  4. El surgimiento de una ciencia implica siempre un corte, una ruptura, con la ideología. Pero la conquista de esta discontinuidad exige un trabajo teórico militante infinito, que, no obstante, no posee garantía alguna.

  5. La idea de una ruptura epistemológica (o de un acontecimiento, en el sentido badiouano) exige una teoría del sujeto que tenga la potencia de leer y escribir el punto de carencia y el punto de exceso que supone dicho corte. Sin esta condición, el salto de terreno se vuelve impensable.

  6. El sujeto no es más que un operador de intervención (un functor) [2] que composibilita [3] una orientación (una destinación subjetiva) al interior de un dominio teórico, en este caso: entre lo científico y lo ideológico.

  7. Las relaciones de producción no son relaciones intersubjetivas que ponen a los sujetos frente a frente en un mismo pie de condiciones objetivas y subjetivas de existencia, sino que se trata de relaciones antagónicas de clases en la medida en que enfrenta a personas cuya relación con los medios de producción es desigual y violenta.

  8. La ideología dominante de nuestro tiempo histórico se compone, entre otros, de términos tales como interioridad, mérito, aptitud, individuo, conciencia, independencia, emprendedurismo y resiliencia, los cuales pretenden abolir la categoría de sujeto. Esto supone la falacia de un yo libre y sano como forma fundamental de determinación de nuestra subjetividad contemporánea.

  9. La reproducción de las relaciones de producción-explotación no depende exclusivamente de, ni puede reducirse a, las relaciones económicas, sino que también articula un conjunto complejo y estratificado de relaciones políticas, ideológicas y teóricas que intervienen y afectan dicho proceso.

  10. El concepto freudiano de sobredeterminación recuperado por Althusser[4] viene a ampliar y fortalecer la comprensión del concepto marxista de contradicción. Un concepto sin el cual no podríamos pensar eficazmente la relación entre estructura e historia (o coyuntura).

  11. Recuperar la teoría de la sobredeterminación nos desafía a (re)pensar la temporalidad histórica de lo que Althusser[5] llamó la coyuntura, entendida como un encuentro aleatorio de temporalidades diferenciales y de contradicciones heterogéneas, tanto en su ritmo como en su eficacia. “La sobredeterminación es en verdad el lugar político. Y hay que decir francamente que es del orden de lo subjetivo”[6] .

  12. La ideología no expresa una relación natural entre las personas y sus condiciones reales de existencia, sino que constituye la manera en que éstas componen y viven su relación con dichas condiciones.

  13. Las leyes de la ideología son idénticas a las leyes de lo inconsciente. Esto justifica la afinidad subrayada por Althusser entre su noción de ideología y la noción lacaniana de lo simbólico[7].

  14. El efecto de ceguera y/o de desconocimiento de lo ideológico debe ser puesto en relación con el concepto lacaniano de inconsciente, en tanto designa un saber no sabido que proviene del discurso del Otro.

  15. A pesar de ser un producto social, el Otro (automático) se nos impone, y tras la aparente fantasía de libertad que nos provee, nos sobredetermina al tiempo que nos hace olvidar el efecto Sujeto de la sobredeterminación, sea que se presente como inconsciente, como capital, como mercado, como fetiche, como père-version[8] (versión-del-padre) o como lo que fuere. Como señaló Pêcheux[9], el olvido no debe ser entendido como la pérdida de algo sabido, como si se tratara de una amnesia (pérdida total o parcial de la memoria), sino que refiere al velamiento de la causa del sujeto dentro de su propio efecto.

  16. Todo sistema lógico formal posee una ecuación fundamental cuya función es velar la falla estructural de todo sistema, lo cual requiere de un engaño, una fixión[10], un olvido, un gadget (un artilugio), para que su funcionamiento se estabilice y el sistema no colapse.


TEOREMAS:

  1. Pensar formas alternativas de politización de lo inconsciente nos exige asumir una orientación dialéctica y materialista frente a la ley del capital y el significante, ante el valor, la letra, el fetiche y el brillo[11].

  2. Cualquier intento de politización de lo inconsciente exige pensar lo inconsciente no como un tipo o clase particular de objeto propio, privado, interior, sustancial, sino como el discurso del Otro; lo cual nos permite conjeturar la dimensión de saber no sabido que dicho discurso opera sobre sus actantes, y cuya existencia no es apriorística, sino que sólo aparece como causa inmanente de una posición subjetiva, hablada y sobredeterminada, tras una operación de lectura emplazada en un dispositivo particular.

  3. Al politizar lo inconsciente se composibilita un pensamiento a partir del cual producir -vía el forzamiento- tanto una serie de cortes sobre la textualidad cifrada del cuerpo sexuado como una serie de escansiones sobre la ley del capital, la lógica de las mercancías y el valor del fetiche que conforman lo social.

  4. Politizar lo inconsciente requiere, al interior de nuestras prácticas político-teórico-clínicas concretas, anudar fuertemente un dispositivo analítico crítico de la coyuntura histórica y del conjunto contradictorio de niveles en los que se despliega la lucha de clases, para leer e intervenir sobre los distintos niveles de la abstracción social y así elucidar algunos de los obscuros juegos de saber-poder que organizan y jerarquizan la compleja totalidad social, la cual establece los índices y los grados del binomio antagónico normal y patológico.

  5. Hacerlo de esta manera nos permite (re)tornar sobre un plexo de cosas cuya marca (siempre olvidada) no es otra que la escisión constitutiva del todo, es decir nos permite (re)pensar nuestra condición ontológica, nuestra esquicia y nuestra soledad frente a lo social, frente a aquello que Lacan llamó el único “síntoma social”[12], no contar con un Otro del Otro, un metalenguaje que nos permita cerrar armónicamente el agujero estructural de lo social.

  6. El examen crítico de nuestras condiciones materiales de existencia no puede carecer de una teoría del fetichismo, la cual, lejos de componer una presentación racional y erudita de las mercancías en la lógica del valor, nos permite pensar una teoría general de lo social y del tiempo histórico en la que se incluye -psicoanálisis mediante- una explanación del funcionamiento del sujeto deseante en la sociedad capitalista.

  7. En el dominio teórico de la abstracción social, avanzar hacia una teoría del fetichismo nos posibilitará elaborar “una teoría general del brillo” y desprendernos así de esa trampa imaginaria que nos impulsa a pensar en el valor como algo que se desglosa de la naturaleza de las cosas. La lógica del valor, de donde provienen los efectos de fetichización de la mercancía y de cualquier cosa que haga las veces de su lugarteniente, es lo que la economía política no ha podido explicar ni una sola vez, todavía[13].

  8. El valor no es el soporte natural de la mercancía o el dinero; la imagen del valor no pertenece a la naturaleza de la cosa, sino a algo que es puramente social, es decir relacional, vincular, nodal. Y, en términos estructurales, si queremos analizar su composición, no sólo no debemos reducirlo a la dimensión imaginaria o fenomenológica de las relaciones humanas en el seno de una comunidad, sino que debemos atender allí a esas otras dimensiones que dan cuenta de la hiancia ontológica que subyace a toda relación sexual y/o social, su troumatismo[14] (agujeromatismo) originario, su imposibilidad de cerrarse absolutamente como una totalidad.

  9. Comprender el carácter fetichista (perverso) de la cosa no es volver sobre su génesis productiva, sino únicamente analizar la relación sincrónica entre las mercancías o entre los significantes.

  10. El capital produce la pulsión y no a la inversa; el capital supone un gozo, y no a la inversa. En consecuencia, el fetiche -o el carácter fetichista de la mercancía- funciona como el patrón del deseo, como ese significante vacío que debe quedar necesariamente sustraído para que el deseo vehiculice, encarne o soporte, a través de la cadena de producción, el valor como principio.

  11. En la sociedad capitalista, la lógica del valor es la estructura del deseo. El problema es que esta dimensión de la praxis queda olvidada, sepultada, reprimida tras el comportamiento ritual de las masas, y, finalmente -parafraseando a Lacan[15], si el mercado está estructurado como un lenguaje, ese lenguaje no es pensado y actuado consciente y voluntariamente por los sujetos, sino que es hablado inconscientemente por estos: “No lo saben, pero lo hacen.[16].

  12. En definitiva, lo que siempre habrá de estar en juego para cualquier comunidad de parlêtres es la lógica del inter-cambio, esa actividad prodigiosa que bajo el magnetismo de la lógica del valor reproduce -vía el automatismo, la compulsión a la repetición- la esfera del mercado y, en consecuencia, todas sus mercancías: el deseo, la vida, la muerte, la salud, la enfermedad, el sexo, la libertad, etc., a partir de un patrón universal (binario, sensualista, patriarcal, liberal, clasista y colonial).

  13. Para superar estos límites, debemos franquear el círculo vicioso del estructuralismo, tanto en el marxismo como en el psicoanálisis, y recuperar racionalmente la idea de la determinación y el olvido estructural, al tiempo que debemos (re)comenzar una teoría del Sujeto que nos permita pensar la subjetivación como la emergencia de una nueva consistencia, es decir, donde el sujeto no quede reducido a aquello que ocupa/marca el lugar vacío de la estructura, sino que permite su forzamiento y su destrucción (exceso).

  14. Lo inconsciente entendido como el discurso del Otro, se halla, entonces, estrechamente anudado a la producción material de un determinado orden simbólico situado. Lo inconsciente, entonces, no sólo funciona como un modo particular de automatismo del lazo social, sino que funciona como un conjunto de elementos discretos que responde a una lógica determinada, y esa lógica, hoy, no es otra que la lógica del capital.

  15. Lo inconsciente funda una nueva tesis sobre la verdad: no hay metalenguaje. Es decir que lo inconsciente en tanto lenguaje no es el lenguaje verdadero sobre lo verdadero, y sobre el cual el yo (Ego) proyecta una falsa verdad, a develar (alétheia).

  16. Desde una orientación dialéctica y materialista, politizar lo inconsciente supone composibilitar un pensamiento que sea capaz de asaltar nuestras condiciones neoliberales de existencia, de producción de la vida, la muerte, la salud, la enfermedad, el amor, el sexo, el deseo, la libertad y el pensamiento, al tiempo que desplaza los marcos intelectivos de nuestra práctica política-teórica-clínica concreta desde lo individual/familiar hacia el análisis crítico de la coyuntura histórica y del conjunto contradictorio de niveles en los que se despliega la lucha de clases, contexto en el que, sin embargo, lo individual/familiar cobra su valor y su brillo. Sin un dispositivo de lectura e intervención que busque alcanzar un grado mayor de teorización sobre la abstracción social de esta totalidad compleja, estratificada y articulada en distintos niveles de contradicción, en la que todes nosotres hemos sido colocades y emplazades como vivientes sexuades y pensantes, jamás podremos recuperar efectivamente un uso emancipatorio de nuestras prácticas militantes.



[1] Badiou, Op. Cit. Composibilidad (Compossibilité) es un neologismo producido por Badiou y que resulta de la yuxtaposición de las ideas de componer y de posibilidad; es utilizado por el filósofo francés para referirse a los procedimientos genéricos de pensamiento que, por fuera de la filosofía, operan a partir de la apertura de un espacio donde se articulen los distintos campos de verdad: política, arte, ciencia y amor.

[2] En Teoría de Categorías, el concepto de functor (o funtor) es utilizado para establecer una función de una categoría a otra categoría y llevar objetos y/o morfismos, de manera que la composición de morfismos y las identidades se preserven. Los functores fueron primeramente considerados en topología algebraica, donde se los asocia a los objetos algebraicos con los espacios topológicos y se coligan los homomorfismos algebraicos con funciones continuas. Actualmente, los functores se utilizan en las matemáticas modernas para relacionar varias categorías.

[3] Badiou, Op. Cit. Composibilidad (Compossibilité) es un neologismo producido por Badiou y que resulta de la yuxtaposición de las ideas de componer y de posibilidad; es utilizado por el filósofo francés para referirse a los procedimientos genéricos de pensamiento que, por fuera de la filosofía, operan a partir de la apertura de un espacio donde se articulen los distintos campos de verdad: política, arte, ciencia y amor.

[4] Althusser, L. & Balibar, E. (1969/2004). Para leer El Capital. México: Siglo XXI.

[5] Althusser L. & Balibar E. Ibid.

[6] Badiou, A. (2009). Compendio de metapolítica. Buenos Aires: Prometeo, (p. 56).

[7] Guillot, P. (2010). Althusser y el psicoanálisis. Buenos Aires: Nueva visión.

[8] Lacan, J. (1973-1974). En su Seminario 26, Les non-dupes errant; p.141 (inédito). Recuperado de https://www.lacanterafreudiana.com.ar/2.3.21%20%20S21%20NON%20DUPES.pdf

[9] Pêcheux, M. (2016). Las verdades evidentes. Lingüística, semántica, filosofía. Buenos Aires: Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

[10] Lacan, J. (2012). “El atolondradicho”, en Otros escritos (1a edición). Buenos Aires: Paidós.

[11] Campos, M. (2021). El desciframiento del mercado. Brillo, automatismo y lógica en Karl Marx. Buenos Aires: Prometeo, (p. 62).

[12] Lacan, J. (2010). Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial.

[13] Campos, Op. Cit.

[14] Lacan, J. (1975-1976). En su Seminario 22, RSI (inédito). Recuperado de https://www.lacanterafreudiana.com.ar/2.1.11.11.%20CLASE-11%20%20S23.pdf

[15] Lacan, J. (2005). Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

[16] Marx, K. (2014). El Capital (Tomo I, Vol. I). Buenos Aires: Siglo XXI Editores, (p.90).



* Licenciado y Doctor en Psicología. Docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Investigador. Psicoanalista, ex miembro de APOLA (La Plata y Buenos Aires). Integrante del Laboratorio de Políticas de lo Inconsciente (LPI). Autor del libro “El por-venir del lacanismo” (2019), Buenos Aires: la docta ignorancia.






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