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Composición, tema: "el sujeto"

  • Mercedes Perullini
  • 18 may 2023
  • 10 Min. de lectura

Actualizado: 30 may 2023



CrƩdito de la imagen: Dora Tilli, artista plƔstica



En este trabajo se recorren algunas de las ideas en torno al sujeto que se sostienen en ciertos enfoques psicoanalĆ­ticos ampliamente extendidos, tanto en la escala biogrĆ”fica como en la histórico-antropológica, intentando ubicar si la concepción de ā€œsujetoā€ permanece invariante o si, al cambiar la escala, se modifican tambiĆ©n las categorĆ­as con las cuales se piensa al sujeto. Por otro lado, se comparan las concepciones de sujeto que se manejan en la teorĆ­a y en la prĆ”ctica psicoanalĆ­ticas, mostrando algunas inconsistencias que podrĆ­an llevar a un "desacople" entre teorĆ­a y prĆ”ctica.



por Mercedes Perullini*



El sujeto como tema

Si bien se realiza una ā€œdescargaā€ cada tanto, una especie de ā€œdeslinde de responsabilidadesā€, aclarando que no se confunde el sujeto con la persona, lo cual es muy atinado, ya que el psicoanĆ”lisis justamente viene a desarmar la idea de ā€œindividuoā€, lo cierto es que en los textos psicoanalĆ­ticos rara vez se habla de sujeto como tema o asunto a recortar en un anĆ”lisis. Es interesante que en francĆ©s la palabra sujet refiere tanto a sujeto como a tema, asunto, y no es en absoluto trivial delimitar sobre quĆ© vamos a trabajar en el transcurso de un tratamiento, tal como expone Alfredo Eidelsztein en su artĆ­culo ā€œDiagnosticar el sujetoā€. Mi lectura al respecto es que esto tiene un motivo de ser, y que este motivo se relaciona con el pobre desarrollo de la tĆ©cnica psicoanalĆ­tica. Para el presente anĆ”lisis, me centrarĆ© en la primera acepción de sujeto, no porque la considere mĆ”s pertinente al psicoanĆ”lisis, sino porque es la que prima en los textos.


El sujeto en la teorĆ­a psicoanalĆ­tica freudiana

Es indudable que, a partir de los estudios de Sigmund Freud en torno al inconsciente, surge un estatuto inĆ©dito del sujeto. Un sujeto dividido, que ignora gran parte de su ser, que puede desconocer sus mĆ”s Ć­ntimos deseos o no controlar aquello que ā€œse piensaā€ en su interior. Ese nuevo sujeto se va contorneando al tiempo que el ā€œcuerpo mĆ”quinaā€ de la medicina anatómico-fisiológica va dando lugar a un cuerpo pensado-imaginado-simbolizado. Este nuevo cuerpo se constituye en sustancia receptiva de sĆ­ntomas psicopatológicos. Tal vez se trate de la idea freudiana mĆ”s original: un brazo no es solamente un conjunto de tejidos biológicos que sigue una respuesta neurológica y fisiológica determinada, sino que simultĆ”neamente es la idea que tenemos de ā€œbrazoā€. A partir de un extenso trabajo clĆ­nico, Freud irĆ” demostrando que es posible tratar sĆ­ntomas somĆ”ticos (tales como parĆ”lisis) a partir de un nuevo mĆ©todo al que va dando forma desde la prĆ”ctica, mediante un procedimiento recursivo de conceptualización, formulación de hipótesis, experimentación clĆ­nica, ensayo y error. En los escritos freudianos existen innumerables fragmentos que dan cuenta del desarrollo de esta nueva tĆ©cnica terapĆ©utica. El psicoanĆ”lisis surge como un mĆ©todo de curación que se basa en evidencias empĆ­ricas que conducen a Freud a una nueva conceptualización tanto del cuerpo como de la mente.

El padre del psicoanÔlisis incluye en el desarrollo de su teoría mucho mÔs que la evidencia clínica con pacientes, incorporando extensas interpretaciones sobre experiencias propias en las cuales puede dar cuenta de un afloramiento del inconsciente: lapsus, olvidos, sueños, etc. AdemÔs, retomando intereses de su juventud, incluso previos a haber incursionado en la medicina y la neurología, incluye en su corpus teórico conceptos tomados de otras disciplinas, fundamentalmente la biología y la sociología. Temas tales como la transición del ser humano desde la animalidad a la cultura o la hostilidad hacia sus semejantes son centrales en su obra, en la que también abundan imÔgenes y analogías tomadas de la física y de la química. Es importante recordar la fuerte marca positivista que impone la época al desarrollo de esta nueva disciplina. Su creador le proporciona un sello científico, entendido en el marco de la epistemología reinante en el siglo XIX.

Ya en Proyecto para una psicología científica se hace evidente su esfuerzo puesto en definir el aparato psíquico buscando trascender la noción de individuo centrado en la razón, y se puede percibir un intento de delinear un sujeto distinto al legado por la modernidad, a partir del descentramiento traído por el descubrimiento del inconsciente. De todos modos, Freud no se ocupó de la tarea de buscar una epistemología propia y en sus textos utiliza los términos "individuo", "sujeto" y "organismo" de manera indistinta, según la tradición científica de la época [1]. Si bien resulta revolucionario plantear que el sujeto que, como punto arquimédico, se sostiene en el hecho de que piensa y por lo tanto existe, no es dueño absoluto de sus pensamientos, el sujeto sobre el cual se arma la teoría psicoanalítica es aún el del cogito cartesiano.

El positivismo sostiene que todo conocimiento genuino se debe limitar a la interpretación de los hallazgos perceptibles sensorialmente y verificables, interpretados a travĆ©s de la razón y la lógica. Se sustenta en un monismo metodológico, postulando que la sociedad, al igual que el mundo fĆ­sico-natural, opera de acuerdo con leyes generales y universales. Se imponen a las disciplinas sociales y humanĆ­sticas las rigurosidades que se consideran fundamentales en cualquier actividad cientĆ­fica: por ejemplo, el investigador debe ser absolutamente imparcial, capaz de superar fobias, predilecciones o emociones propias. Estas mĆ”ximas positivistas perduran actualmente casi intactas en la prĆ”ctica clĆ­nica que pregona el psicoanĆ”lisis mainstream, en la cual se exige al analista una suerte de neutralidad y abstinencia absolutas. Me resulta increĆ­ble que al dĆ­a de hoy haya no pocos docentes en la Facultad de PsicologĆ­a que sostienen que tal nivel de neutralidad no solamente es deseable, sino alcanzable (ya sabemos, mediante la formación constante, la supervisión, el propio anĆ”lisis…).


El sujeto en Lacan

Aludiendo a que sus colegas postfreudianos habrĆ­an perdido el rumbo, Lacan propone un ā€œretorno a Freudā€, revalorizando la importancia del inconsciente y del ello freudianos dentro de la prĆ”ctica psicoanalĆ­tica . Si bien tampoco desarrolla una epistemologĆ­a propia, hace una relectura de los textos desde un momento epistemológico muy diferente. A diferencia de Freud, quien muy influenciado por el pensamiento positivista, se habĆ­a apartado voluntariamente del pensamiento filosófico, Lacan retoma la especulación filosófica y la reintroduce en el psicoanĆ”lisis. Apoya el inicio de su enseƱanza en la filosofĆ­a heideggeriana, incorporando ademĆ”s la lingüística de Ferdinand de Saussure y la antropologĆ­a estructuralista de Claude LĆ©vi-Strauss. Inmerso en el ā€œgiro lingüísticoā€, como ha dado en llamarse a este movimiento filosófico-cultural fuertemente contextualista que atravesó en forma transversal a todas las disciplinas, Lacan reelabora gran parte de la teorĆ­a psicoanalĆ­tica, siendo la conceptualización del sujeto una cuestión central en su reformulación.

Para tomar plena dimensión del vuelco que da Lacan en su teorización del sujeto es necesario retomar la fuerte tensión entre las distintas ontologías del ser que estaban en disputa en la época. Por un lado, el modo esencial de concebir la existencia del ente que heredamos de la filosofía platónica y, a su vez, Platón tomó de Parménides, cuya tesis podemos expresar sucintamente como "siendo, se es" [2]. Lo cual implica que, si bien el ente como tal puede sufrir transformaciones, lo importante es la esencia que perdura y constituye una entidad inmutable. Esta idea, base de la cultura occidental, se encuentra muy presente en la matriz de la modernidad, formadora del hombre racional, moderno y libre, en la cual el sujeto fabricado por occidente, ademÔs, deviene en reproductor del orden que le dio origen [3].

En La invención de la razón (1983), ChĆ¢telet nos conduce a travĆ©s del pasaje del mito al logos, y nos presenta a la razón como creación humana con pretensiones de prevalencia por sobre otras formas de conocimiento del mundo. Esta es la cuna de la ciencia moderna. La razón que ilumina al hombre y le permite ā€œdomarā€ a la naturaleza, tambiĆ©n le posibilita crear su principal herramienta: las ciencias (sobre todo las ā€œnaturalesā€), con sus razonamientos hipotĆ©tico-deductivos o bien inductivos, que parecen tan distintos, pero llevan a la misma cosa: el universal, la posibilidad de generalizar, de unificar, de llegar a teorĆ­as simples y abarcativas. Y no es que esto no sea Ćŗtil. Sin dudas lo es, pero tambiĆ©n es importante lo otro: dejar un hueco, un espacio vacĆ­o, un pliegue, justamente como posibilidad de un no-saber, un no-determinar. David Graeber en Hacia una teorĆ­a antropológica del valor: la moneda falsa de nuestros sueƱos [4] nos ofrece un resumen sobre los orĆ­genes del pensamiento occidental, retomando la tensión entre ParmĆ©nides y HerĆ”clilto:

ā€œLa posición de ParmĆ©nides era obviamente absurda; y, de hecho, la ciencia ha demostrado desde entonces que HerĆ”clito tenĆ­a mĆ”s razón de lo que podrĆ­a haber imaginado. Los elementos que componen los objetos sólidos estĆ”n, de hecho, en constante movimiento. Pero se puede argumentar con bastante fuerza que, si la filosofĆ­a occidental no hubiera rechazado su posición a favor de la falsa de ParmĆ©nides, nunca hubiĆ©ramos podido descubrir esto. El problema con su enfoque dinĆ”mico es que, si bien es obviamente cierto, hace que sea imposible trazar bordes precisos y, por lo tanto, realizar mediciones precisas.ā€


PodrĆ­amos decir entonces que, a partir de Lacan, el psicoanĆ”lisis comienza a delinear un sujeto no estanco, justamente tomando plenamente los desarrollos freudianos y una nueva ontologĆ­a del ser se contornea un sujeto mĆ”s plĆ”stico, con posibilidades de evolución, con pliegues, sombras, zonas que le son desconocidas. Porque si bien el inconsciente es postulado antes por Freud, ese sujeto fragmentado, que tiene posibilidades de engaƱarse a sĆ­ mismo, sigue ubicĆ”ndose en un ā€œenvase estĆ”ticoā€ en la teorĆ­a freudiana. A partir de una ontologĆ­a del devenir, surge un sujeto con relieve, que Lacan solo puede describir empleando herramientas de la topologĆ­a matemĆ”tica. Ya no podremos hablar de un ā€œsujetoā€ como ente estanco; lo que tiene existencia real es una construcción subjetiva en continua evolución. Justamente por eso es que cobra sentido el trabajo analĆ­tico.

Lacan advierte que Freud tuvo el acierto de llevar la palabra del sujeto al centro de la teoría y la prÔctica psicoanalíticas, terminó de dimensionar a la palabra como el medio por excelencia para acceder al inconsciente. Lacan irÔ incluso un paso mÔs allÔ, estipulando que el propio inconciente estÔ asentado sobre la estructura que en el ser humano hace posible el lenguaje, una estructura que existe antes incluso que las palabras y que, si nos permite adquirir éstas, es porque cuando el lenguaje arriba, encuentra ya el terreno preparado para para poder asentarse:

ā€œAntes de toda experiencia, antes de toda deducción individual, incluso antes de que se inscriban en Ć©l las experiencias colectivas que sean, pueden referirse a las necesidades sociales, algo organiza ese campo o inscribe en Ć©l las lĆ­neas de fuerza inicialesā€ (Lacan, 1987 [1964]).


Teoría y prÔctica del psicoanÔlisis lacaniano: un sujeto para cada ocasión

La dirección de la cura en psicoanĆ”lisis se irĆ” delineando conforme vaya surgiendo el deseo del analizante en el dispositivo analĆ­tico. Considerando entonces al inconsciente estructurado como un lenguaje, en la estructura misma del discurso del paciente se producirĆ”n (a partir del trabajo conjunto con su analista) pequeƱos lapsus, equĆ­vocos, olvidos, reemplazos de un significante por otro. El analista tendrĆ” que sostener la escucha con una atención flotante, sin poner el acento en nada en particular, dejando de lado sus propias ideas o preconceptos, de forma tal de estar preparado para recibir ese instante en que el inconsciente se hace presente. En Función y campo de la palabra en psicoanĆ”lisis, nos describe asĆ­ la diferencia entre la ā€œpalabra vacĆ­aā€ (discurso del paciente que es gobernado por su parte consciente y que se desarrolla a lo largo de la mayorĆ­a del tiempo de las sesiones) y la ā€œpalabra plenaā€, que revela aspectos inconscientes, desconocidos para el propio paciente, y que afloran cuando el paciente no intenta controlar excesivamente su discurso, sino que se entrega a un libre fluir de asociaciones libres. Este sujeto, digno de la filosofĆ­a de HerĆ”clito, quien fuera famoso por su insistencia en el cambio, inmortalizado en el dicho: "NingĆŗn hombre se sumerge dos veces en el mismo rĆ­o", es el sujeto que se presenta en la prĆ”ctica psicoanalĆ­tica. AllĆ­ se despliega en toda su dimensión la posibilidad de cambio, de construcción subjetiva; allĆ­ se constata su devenir, se vivencia ese rĆ­o revuelto de asociaciones libres del que, en el momento menos pensado, saltarĆ” el pez vivo que el analista entrenado serĆ” capaz de atrapar con la mano, como bellamente dice Adelia Prado en su poema ā€œAntes del nombreā€.

Cuando analizamos el corpus teórico del psicoanĆ”lisis lacaniano e intentamos desentramar la ontologĆ­a del ser que sustenta a la noción de sujeto, hallamos que no se condice en nada con la teorĆ­a de la complejidad que darĆ­a lugar a matices, sutilezas, devenires y contradicciones. Por el contrario, se trata de un sujeto ahistórico, sin ningĆŗn tipo de diferenciaciones culturales, de raza, de Ć©poca, de gĆ©nero, de orientación sexual o de clase social. AdemĆ”s, en cada concepto central de la teorĆ­a se siguen encontrando cuestiones centrales que, epistemológicamente hablando, responden mĆ”s a un modelo anterior, a una ontologĆ­a del ser propia de la filosofĆ­a platónica: estĆ”tica, definida. Por su parte, el inconsciente que teoriza, y sobre el cual basa su prĆ”ctica, tambiĆ©n responde en gran medida a esta posibilidad de universalización. En algĆŗn punto, el psicoanĆ”lisis lacaniano se permite pensar que el sujeto ā€œes hablado por el lenguajeā€, y que ese lenguaje/discurso conecta elementos heterogĆ©neos que engloban marcas polĆ­ticas, sociales y culturales, pero finalmente termina postulando que toda esa multiplicidad se ā€œencarnaā€ en un inconsciente individual y estructurado (no respondiendo esa estructura a una naturaleza dinĆ”mica, sino mĆ”s bien estĆ”tica o, al menos, direccionada).

En este punto, una cuestión clave a revisar es aquella concerniente a la reversibilidad. La teorĆ­a de la evolución, si bien ha constituido un hito fundamental en el pensamiento cientĆ­fico, tambiĆ©n ha sentado las bases de un obstĆ”culo epistemológico enorme. Suponer que existe una evolución natural, que conlleva cambios temporales que apuntan en cierta dirección y son irreversibles, nos conduce necesariamente a representarnos un insconciente inicialmente plĆ”stico o maleable, con mĆŗltiples potencialidades, que se va rigidizando en el tiempo y adquiere una cierta estructura que queda cristalizada y fija. Ni Lacan ni los postlacanianos han logrado reestructurar (valga el juego de palabras) sus teorĆ­as psicoanalĆ­ticas de forma tal de incorporar otra concepción de insconciente que diera lugar a una mayor plasticidad. Como dice Graeber, ā€œA comienzos de la dĆ©cada de 1980, existĆ­a un consenso generalizado acerca de que el gran problema del momento era cómo llegar a una teorĆ­a ā€œdinĆ”micaā€ del estructuralismo que pudiera dar cuenta de los caprichos de la acción humana, la creatividad y el cambioā€ [4]. Lamentablemente, despuĆ©s de cuatro dĆ©cadas, seguimos postulando estructuras fijas.


Conclusiones

A partir de lo expuesto, se puede decir que existen diferencias epistemológicas en las conceptualizaciones de sujeto que se sostienen en la teorĆ­a y en la prĆ”ctica en el psicoanĆ”lisis lacaniano. Se contrapone una teorĆ­a universal y abarcativa, planteada para un sujeto en la escala histórico-antropológica, en la que no hay lugar para modulaciones, variaciones e historicidades, con una conceptualización del sujeto en la clĆ­nica que solamente responde a particularidades del ā€œcaso por casoā€ a escala biogrĆ”fica, en donde pareciera que no pueden trazarse generalidades (por ejemplo, cuestiones relacionadas con violencias de gĆ©nero, raciales, de clase, etc.). Se trata entonces de dos extremos. Planteo como hipótesis que una consecuencia natural de esto podrĆ­a ser la dificultad para el desarrollo de la tĆ©cnica psicoanalĆ­tica, que no solamente no ha tenido grandes avances, sino que es hasta denostada por muchxs practicantes del psicoanĆ”lisis freudolacaniano.

Si se parte de una teoría basada en categorías universales y generales y se quiere aplicar a distintos casos, en los que se consideran solamente cuestiones particulares y puntuales, la única posibilidad de acercamiento de teoría y prÔctica es contar con escasos lineamientos globales y siempre vÔlidos: asociación libre y atención flotante. Se exige, ademÔs, una utópica neutralidad y abstinencia por parte del analista, lo que responde a ideales positivistas, que siguen presentes en el ambiente psicoanalítico, aunque no estén explicitados.


* Mercedes Perullini:

Investigadora (CONICET) y docente (UBA), mercedesp@qi.fcen.uba.ar



[1] de Freitas Barroso, A. (2012) Sobre la Concepción de Sujeto en Freud y LacĆ”n. En Alternativas en PsicologĆ­a. Revista Semestral. Tercera Ɖpoca. AƱo XVI. Nro 27.

[2] Cordero, N. L. (2005). Siendo se es. La tesis de Parmenides. Biblos.

[3] Mairet, G. (1980) ā€œLa ideologĆ­a en occidente, significado de un mito orgĆ”nicoā€. En Chatelet, F. y Mairet, G. (Eds.) Historia de las ideologĆ­as (pp. 232-241). Madrid: Akal.

[4] Graeber, D. (2018 [2001]). Hacia una teoría antropológica del valor: la moneda falsa de nuestros sueños (J. Gaztañaga, Trad.), Fondo de la cultura económica de Argentina.





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