(salpicón sobre tecnocrapsia tutelar, psicoanalismo, la Sonrisa de Perón y otros temas de actualidad)
El texto hace un salpicón de actualidad sobre: el ejercicio de las psicoterapias estatalmente codificado con fuerza de ley como inconsciente del psicoanálisis criollo; praxis psicoanalítica y control social; la burocrapsia y el despotismo de la tecnocrapsia tutelar; el rayo peronizador; la Sonrisa de Perón: modelo humano de la política nacional vía identificación al rasgo con el sistema de valores del enemigo; revolución y contra-revolución molecular (entre otras cuestiones).
por Gabo Rodriguez Varela*
1.
¿Las tecnocrapsias han ganado la guerra?
Siento que están en el aire. Flotando. Las psicoterapias han devenido parte del aire (transtornización de la vida cotidiana). Parte del aire. Parte del Estado. Estados impuestos como parte de la vida social. Es sabido de los auxilios que el Estado le encarga a las psicoterapias (competencias, incumbencias, etc.) para reasegurar los patrones más crudos y duros de su psicopolítica. No hace falta trabajar o haber trabajado en el Poder Judicial (o en relación directa con este) para darse cuenta. Aunque ese tipo de experiencias bien podrían tornarlo evidente: el ejercicio de las psicoterapias codificado con fuerza de ley no es otra cosa sino la concreción de una función auxiliar de control social estatal. En un consultorio privado, en un hospital, en una clínica, en cualquier organismo y/o institución del Estado, en un barrio, en un movimiento político… objetivamente: puesta en función del engranaje par excellence del control estatal psicopolítico. Ejercicio del poder de polipsia.
Frente a esa situación, y como no nos copa ser polipsia, “ni de provincia, ni de capital” (no estamos para esa), se nos ocurre exhumar un poco el entrismo de los psicoanálisis criollos en los territorios estatalmente codificados de las psicoterapias [1]. Explorar algunas de sus incidencias no deseadas. Llegado el caso, ver la posibilidad de contribuir a liberar algún manojo de fuerzas de la innovación social coaguladas en las mistificaciones de compromiso (agencias de contra-revolución molecular) que prevalecen en el campo nacional del freudismo. Dicho lo cual, antes de continuar, dado el macartismo ambiente (odio de clase invisibilizado), quisiéramos aprovechar la ocasión para explicitar qué, esto que “no es un popurrí”, se dispone desde un punto de miras orgullosamente proleta y bolche. Si te cabe el macartismo, el odio de clase, no es bienvenida tu lectura de estas líneas. ¡Go home! Ahí vamos.
2.
…¡Si la Sonrisa de Perón no hubiera calado tan hondo en nuestros corazones proletas!
Las tecnologías (incluso las de control social psicopolítico) no son político-ideológicamente neutras. Entre otras cuestiones, están cargadas de imperativos funcionales impresos por el proyecto societal que se disponen contribuir a promover y/o consolidar. Por desgracia o fortuna, “la ambivalencia (o plurivalencia) de las cosas” tiene sus límites. Desde luego que hay psicoanalistas que no ven el asunto de ese modo y consideran que también con las psicoterapias (o de mínima con el psicoanálisis y el Estado)… “es posible hacer cualquier otra cosa...lo que pinte”. Por lo general, cuando es así, enseguida se nota la hilacha. Se trata del tipo de sesgo al que suelen inducir la asunción para “lo político” de opciones fundadas en un estatalismo impertinente; ya sea por convicción de principios (pasión progrepsista) o como subterfugio de la resignación luego del fracaso de los socialismos reales (tal como hacen las izquierdas lacanianas). Ese tipo de sesgos se encuentran a tal punto desparramado en el campo nacional del freudismo (y también en el de la Salud Mental) que, sin exagerar, alguien podría llegar a diagnosticar que para el psicoanálisis criollo la obstinación por el estatalismo es una compulsión crónica. Inexorable. Origen y destino. Falta estructural. Otres podríamos pensar simplemente que se trata de una de las tantas incidencias del rayo peronizador que sobrevuela el territorio nacional.
Alguna vez había que decirlo. Gritarlo a los cuatro vientos; a viva voz. En Salud Mental, en psicoanálisis… de hecho, dónde sea, en cualquier continente y/o rincón del país: urge a les comunistas escapar a como dé lugar de los influjos del rayo peronizador. Y sobre todo, inventar vías de escape (salvoconductos existenciales) para fugar de la Sonrisa de Perón.
(El personaje “Bombita Rodriguez” de Capussoto-Saborido, no sin altas dosis de misoginia, ha logrado captar alguna de las implicancias contra-revolucionarias que tiene la Sonrisa de Perón desde el interior mismo del radio de acción del rayo peronizador; capta al detalle la incidencia de esa agencia encubierta de contra-revolución molecular. La Sonrisa de Perón: modelo humano que prevalece en la política nacional y también en el campo de las analíticas de lo inconsciente vía identificación al rasgo con el sistema de valores del enemigo. Su moral, la de los enemigos, hecha nuestra. El situacionísmo valórico es la Sonrisa de Perón coronada).
Lo sentimos a diario. Hay Sonrisas de Perón de izquierda, de derecha… ortodoxas, heterodoxas, etc. Como así también, las hay en el “alfonsinismo mental” de la progrepsia nacional. Urge a les comunistas estar de vuelta de la Sonrisa de Perón. Experimentar el encierro. Los peligros de acudir otra vez al llamado de sus brazos abiertos que reverberan desde los balcones de las Casas Rosadas. Inventarnos vías de escape (salvoconductos micropolíticos). El entrismo bien puede servir como una estrategia de supervivencia en contextos nacionales de rayo peronizador generalizado (nunca más como verdad revelada de la construcción política para la auto-emancipación proletaria). Los entrismos para sobrevivir, lxs comunismxs para prefigurar el “buen vivir”. Estar de vuelta de la Sonrisa de Perón. Experimentar el encierro. Los peligros. Desoír sus llamados. Fugar. Salir a reinventar las mil y un formas de comunismxs. Lxs comunismxs mutantes del porvenir. Comunismxs de la disidencia permanente. Profundamente libertarios. Post-soviéticos. Utópicos. Inter-generacionales (comunismxs del Siglo XXII). Y ya que estamos, que también sean heréticos…sin ningún tipo de pleitesía identificatoria a la gestualidad adusta y machirula de los “Lenin de piedra”. En otros términos: inventar nuevas bocanadas de aire rojo. Impuro. Maldito. Actualizar la maldición del territorio nacional. Ser comunistas otra vez (más allá de los desplazamientos y condensaciones de los ensueños de las clases dominantes en nuestro país: el verdadero hecho maldito del país y el mundo burgués. Hecho maldito de ayer, y de hoy). Otra vez… orgullo proleta. Orgullo bolche. Hacer arder los Lenin de Piedra y las Sonrisas de Perón que llevamos dentro.
Un detalle fundamental. Ser comunistas otra vez requeriría asimismo inventar las vías para escapar cómo sea del anti-peronismo nacional. No da volver a ese lugar común que habitaron las pasadas generaciones del bolchevismo criollo. Casi toda la gente horrible de nuestro país (sin eufemismos: un gran acumulado de gente de mierda) saca número para encontrarse en las filas de la pasionalidad anti-peronista. En las izquierdas peronistas hay compañerxs; camaradas (sin eufemismos: gente querida, muy querida). Ser comunistas otra vez no es volver a devenir gorila. Algunas coordenadas que ha ofrecido Oscar Massota podrían servir para tales fines: no perder de vista también la necesidad imperiosa de ser “anti-anti-peronistas”. Ser comunistas otra vez. Nadie dijo que sería algo sencillo. Nunca fue fácil ser comunista.
3.
Con la progrepsia no se come, no se educa y tampoco se cura.
¿El alfonsinismo mental es solo una cuestión de actitud? No importa tanto esa cuestión. Más bien, basta con señalar su dominancia en tanto que disposición político-existencial en el campo nacional del freudismo (y también en la Salud Mental). Dominios (campos) en dónde los únicos antídotos que parecen presentarse relativamente eficaces frente a las incidencias del rayo peronizador son los anticuerpos aportados por ciertos involucramientos militantes de les psicoanalistas. En particular, los gérmenes de militancias revolucionarias. La más de las veces, con una eficacia que opera muy a pesar del psicoanálisis; de los psicoanálisis. Después de todo, era verdad. La Sonrisa de Perón no es la de Lacan. Pero digamos que a determinados fines prácticos (por caso, la toma de consciencia de clase… el devenir proleta de les psicoanalistas), se podría decir que son lo mismo. Confunden. Confunden un montón. Si se compra al discurso psicoanalítico como cosmovisión, la cosa se complica muchísimo: el psicoanalismo y lo rancio quedan a la orden del día. Las incidencias del rayo peronizador resultan irrefrenables.
La Sonrisa de Perón también late en el corazón de los psicoanálisis criollos… las militancias revolucionarias de feminismos, transfeminismos, activismos de las disidencias, comunismos, socialismos, entre otras tantas cuestiones: también ofician como barricadas (cobijos micropolíticos) que combaten las inclemencias del rayo peronizador generalizado. Nichos de resistencia ante la tentación ambiente de asumir las morales de los enemigos como propia. Posiciones de avanzada (vanguardias micropolíticas) desde la que relanzar contra-ofensivas dispuestas a la transversalización de sistemas de valores antagonistas. La invención y promoción de contraculturas. Oportunidad de experimentar algo que se le parezca a la prefiguración de mundos post-capitalistas.
(Casi todo lo explicitado en este punto porta un optimismo que no deja de sorprenderme. Me parece que tributa a una especie de “optimismo ontológico” recontra exacerbado. Pero que a decir verdad, me copa bastante. Y que de última, no deja de resultarme más o menos verosímil. En tal caso…cualquier semejanza a una expresión de deseo no es pura coincidencia).
4.
La psicoterapia inconsciente del psicoanálisis… cada quien con sus pequeños o grandes estatalismos.
Las tecnologías de control social no son neutras. Las psicoterapias -casi que lo hemos dicho- son agencias descentralizadas de control social estatal. Fuerzas reprepsivas del Estado. Uno de los tantos inventos que se ha dispensado para reasegurar la eficacia social de sus patrones existenciales. Ahora bien, las psicoterapias, no son solo eso. Son muchas otras cosas. Y entre las cuales, cabría apuntar al hecho de hacer parte del Estado inconsciente de las praxis psicoanalíticas (desde luego, una realidad que opera con independencia de las mistificaciones auto-legitimantes que se dan los psicoanálisis en sus pretensiones de diferenciarse políticamenteme, y antagonizar, con las psicoterapias).
El inconsciente psicoterapéutico de las praxis psicoanalíticas se actualiza a través de las competencias e incumbencias del ejercicio de las psicoterapias estatalmente codificadas; el matrizado que opera la codificación estatal más allá del “caso a caso” de la voluntad de les psicoanalistas (la cantinela psicoanalítica del “caso a caso” suele operar como una distracción para no hablar de problemas eminentemente políticos que atañen a la praxis). Es una verdad de Perogrullo que si hay matriculación estatal habilitante: hay burocrapsia; ejercicio profesional de las psicoterapias; investimento (requerimiento) estatal para ejercer el poder de polipsia. Y recién después, bastante después, mucho después, la posibilidad de que advengan en el territorio nacional orientaciones (variaciones) psicoanalíticas de las prácticas psicoterapéuticas.
El ordenamiento jurídico-político de un (1) Estado en general (por caso, el de la República Argentina) y la legislación nacional relativa a la práctica profesional de las psicoterapias en particular, no son coacciones que operan desde el exterior de las praxis psicoanalíticas. Muy por el contrario, ofician como fundamento político matricial de los territorios en los que las mismas se desarrollan. Con excepción del sesgo en la imaginación que prevalece en los casos crónicos y radicalizados de compulsión al psicoanalismo, lejos está de poder verificarse en el socius nacional algún territorio que sea específico de las praxis psicoanalíticas (menos que menos su extra-territorialidad). Es decir, más allá de las mistificaciones en las que adoctrina la multinacional lacaniana: solo hay territorios de las psicoterapias matrizados por los Universos de referencialidad de la psicopolítica estatal; territorios de las psicoterapias subtendidos al ordenamiento jurídico-político del Estado Nacional. En otros términos: “La Clínica” psicoanalítica no existe en nuestro país. Solo hay psicoterapias y sus orientaciones posibles.
La obstinación del freudismo criollo por denegar la eficacia del matrizado (límites/posibilidades) que opera la legislación relativa al ejercicio de las psicoterapias, conlleva para las praxis psicoanalíticas la condena a reproducir los imperativos funcionales que dice combatir y antagonizar. Le reasegura su alineamiento a las fuerzas sociales del adaptapsionismo. Su presencia en la nómina de los grupos de tareas que integran el poder de polipsia del Estado. Le otorga un sitial en la historia nacional de la infame contra-revolución molecular.
5.
Experimentum mentis (tirada de cartas).
Es posible ensayar algo así como “un retorno al freudismo nacional” desde un punto de miras que no deniegue la eficacia objetiva del ordenamiento jurídico-político del Estado. Mezclar y ver qué pasa. La mezcla puede resultar algo sui generis, es cierto. Pero no asi la perspectiva en cuestión, que se parece bastante a las que sugieren luchar y organizarse para avanzar en la abolición y/o sanción de ciertas leyes en vistas a concertar otros horizontes de justicia social. Mezclamos. Revolvemos un poco. Barajamos. Y damos de nuevo. ¿Qué nos dicen las cartas (devenir tarotista de ocasión)? El mensaje es claro. Solo hay dos modalidades de las praxis psicoanalíticas que se desarrollan en el territorio nacional. A saber:
-La del ejercicio profesional de las psicoterapias, previa matriculación estatal (modelo tipo: egresades de la Facultad de Psicología de la UBA, antes de medicina). Praxis del psicoanálisis que se desarrolla dentro del campo de la legalidad normativa. En relación a lo cual, nada fundamental cambia, por ejemplo, que la misma se realice en una institución del Sistema Público de Salud y/o en un consultorio privado. Si hay propiedad de matriculación estatal: hay burocrapsia. Hay membresía actual o virtual a la burocrapsia: la casta de les propietaries del carnet de marticulación estatal habilitante para el ejercicio de las psicoterapias; como así también, para su oferta monopólica dentro del campo de la legalidad. El reaseguro del monopolio se satisface a través de las competencias e incumbencias normativamente establecidas. La burocrapsia tiene intereses relativamente autónomos a los de ciertos sectores de la burguesía y por lo general antagónicos con los de la auto-emancipación proletaria. Es sabido que el ejercicio de las psicoterapias, ergo el del psicoanálisis, están subtendidos por la concreción de un contrato del que se desprenden derechos, obligaciones, responsabilidades, etc. para las partes involucradas. Estos señalamientos no tratan de despreciar las potencias emancipatorias y los criterios de justicia (límite al antojo que se satisface jodiendo a otres) que se dispone reasegurar el dispositivo del contrato. Más bien, la cuestión estribaría en precisar y explicitar los términos del contrato psicoterapéutico. Los horizontes de justicia que matriza. Las incidencias “prácticas” del entrismo psicoanalítico en los territorios estatalmente codificados de las psicoterapias. Y si no gustan tales incidencias…. vislumbrar que siempre está la posibilidad de organizarse políticamente para transformar esa realidad. Afortunadamente las leyes del estado moderno no son destino… son pasibles de transformación; exceptuando dos cuestiones, claro está: las normas que reaseguran en última instancia el libre arbitrio sobre la propiedad privada de los medios de producción, y las que reaseguran la compra/venta de la fuerza de trabajo. Para todo lo demás: existe la posibilidad de reforma).
-La otra modalidad del ejercicio de la praxis psicoanalítica que se verifica en nuestro país es aquella que se inscribe de pleno derecho en el campo de la ilegalidad. En lo fundamental, al prescindir su ejercicio de la matriculación habilitante emitida por el Estado (modelo tipo: egresade de alguna Facultad de las “Ciencias sociales y/o humanas”; o intelectuales no graduades en términos académicos que estudian y ejercen los psicoanálisis, la más de las veces, con la connivencia de las instituciones oficiales del lacanismo). En este punto, la conducta delictiva resulta análoga a la de una persona que, “por su cuenta”, estudia literatura académica de la medicina cardio-vascular hasta que en determinado momento, so pretexto de descubrir su verdadera vocación y/o el considerar poseer un conocimiento mayor que el de les especialistas de la medicina, decide entonces comenzar a realizar intervenciones quirúrgicas a “demanda”. Y entonces, se “autoriza” a devenir cardio-cirujane. Esta segunda modalidad de las praxis psicoanalíticas surge como decantado de las incumbencias y competencias (monopolio de la burocrapsia) delimitadas en la normativa relativa al ejercicio profesional de las psicoterapias. No hay que confundir los tantos… el tipo de conducta delictiva que involucra no suele ser parte de una deliberada imputación en acto al conjunto del ordenamiento jurídico-político del Estado o cierta variación de la “desobediencia civil”. Suele ser más bien avivada… viveza criolla… Sonrisa de Perón (“el psicoanálisis es bueno, pero si no se lo controla democráticamente sería mejor”)
6.
… ¡Si el Señor de los Anillos (Freud) no hubiera calado tan hondo en nuestros corazones proletas!
Hay cosas que ya no sorprenden. Esto no implica que dejen de resultar pintorescas. Casi graciosas. Un toque bizarras. ¿Por ejemplo? El hecho que los psicoanálisis criollos (consenso generalizado) siquiera balbucean la posibilidad de organizarse políticamente en pos de modificar el marco normativo que regula los psicoanálisis en nuestro país. Entiéndase, el del ejercicio profesional de las psicoterapias. Es evidente la obstinada inclinación a hacer caer fuera de la realidad cualesquier intención de armar algún bocetito de proyecto de ley dispuesto a establecer una regulación de la praxis psicoanalítica en conformidad con sus propios postulados éticos. Recordemos, eticidad que no paran de promocionar como siendo en alto grado “superadora” e incluso irreconciliable con los patrones existenciales del Estado Nacional.
¿La profesionalización psicoterapéutica como plomada de politización de las analíticas de lo inconsciente? El estado de situación no merece siquiera el mote de reformismo. ¿Es por las psicoterapias? ¿Por los psicoanálisis? Algunes podrían pensar que cuando tu esquema de intelegibilidad abusa del recurso a la transhistoricidad inexorable de ciertas leyes y ordenamientos (a lo que se dedican por igual gran parte de lacanismos y freudismos), después, se complica bastante vislumbrar la necesidad y posibilidad de modificar ciertos ordenamientos normativos. Ni que hablar cuando tus formas de cooperación replican el esquema de la comunidad de iniciados… para el psicoanálisis: la comunidad del anillo del grupo de los miércoles. No podría ser inocuo, en pleno siglo XXI, seguir tributando a ese mal gusto del Señor de los Anillos (Freud) por el Antiguo Régimen; el oscurantismo; la discrecionalidad; el despotismo; el profundo y visceral desprecio (odio de clase) por todo lo atinente a la auto-emancipación proletaria.
Los psicoanálisis criollos no quieren saber nada con Eso de involucrarse en la engorrosa y mundana tarea de organizarse y luchar colectivamente para la modificación de ciertas legislaciones vigentes que regulan sus praxis. Por el contrario, insisten en hacer la opción por el entrismo inconsciente en las psicoterapias. Parecen preferir la doctrina del mirar para otro lado (la Sonrisa de Lacan). Se enseña entonces a desplazar la panorámica y no renegar de la “identidad psicoterapéutica” para acceder a determinados lugares de poder. Lugares de poder siempre directa o indirectamente vinculados con el acceso a recursos del fisco (Sistema Educativo, de Salud, Poder Judicial; a través de la expoliación de la medicina prepaga, el acceso a los recursos de la caja de los Seguros Sociales del Estado, etc.). Hay ciertos mecanismos de defensa en los psicoanálisis que amparan el entrismo: la mediación normativa y de control democrático circunstancialmente vigentes, serían tan solo requisitos formales, irrelevantes; sin incidencias reales a nivel de las praxis. Casi que un mal necesario e irrelevante (mal, ¿por qué?... necesario, ¿por qué? ¿irrelevante?). Las mistificaciones de compromiso llegan a punto tal que no se suele percibir a los consultorios privados de les profesionales matriculades como agencias (descentralizadas) de control estatal psicopolítico. Las incidencias “no deseadas” del entrismo devienen materia prima de la censura, la represión y las mistificaciones de compromiso.
… “cierro los ojos… pido un deseo (un deseo freudiano)… abro los ojos… Y ahora sí… ya no hay Capital, Estado, ni matrizado operado por la codificación normativa relativa al ejercicio de las psicoterapias… ¡Good bye control social psicopolítico!... ahora sí… extra-territorialidad… diferenciación y el antagonismo: Psicoanálisis vs. Psicoterapias”.
Mistificación coronada: extra-territorialidad y antagonismo freudiano.
Bizarro… ¡Políticamente tan raro! ¿Qué necesidad? No haría falta tamaña mistificación. El entrismo bien podría valer como estrategia de supervivencia: les psicoanalistas que, en tanto proletaries, venden su fuerza de trabajo a través de la relación social psicoterapéutica. Hay que sobrevivir. Y en principio no habría nada indigno ni infamante en ofrecer servicios dispuestos para contribuir a que las personas podamos llevar nuestras vidas de modos lo menos sufrientes posibles [2]. No se entiende por qué tanta mística revolucionaria, subversiva, emancipatoria, antagonista. Y además… el subjetivismo no es la forma (¿estarán al tanto que pedir deseos freudianos, no transforma realidades objetivas?) Bizarro. Toda ese aura de El Señor de los Anillos que cincela a los psicoanálisis atrasa bocha (agencia de contra-revolución molecular).
Hacer arder Los Señores de los Anillos (Freud) y de los Tapados de Visón (Lacan) que llevamos dentro. Ser comunistas otra vez.
7.
Frentes nacionales de liberación psicosocial (FNLPS): … “Se va a acabar, se va a acabar, la tecnocrapsia tutelar”.
Las praxis psicoanalíticas que se desarrollan en nuestro país, ¿serán, como nos han enseñado (adoctrinamiento), realmente antagónicas con los patrones existenciales que impone la psicopolítica del Estado? Sinceramente, no parece ser el caso. En tanto y en cuanto, por el momento, no hay sino territorios de las psicoterapias; el matrizado (limites/posibilidades) que opera la codificación estatal más allá del “caso a caso” de la voluntad de les psicoanalistas. Y después, mucho después, el advenimiento de los matices relativos a las orientaciones psicoterapéuticas posibles (psicoterapias de orientación psicoanalítica; esquizoanalíticas; cognitivo-conductuales, etc.). Pedir deseos freudianos, no transforma realidades social, histórica y políticamente determinadas. Para eso, existe la organización social y política de militancias y activismos.
A modo de corolario se podría traer a colación un recorte del archi conocido mantra que funda el poder de polipsia de la burocrapsia estatal en nuestro país:
…“No gozarás de tus libertades fundamentales si representas (según criterios de la tecnocrapsia) un riesgo cierto o inminente para ti misme, solo para ti misme, y nada más que para ti misme [3]
Explícito. No hace falta leer entrelineas. Está en la letra de la codificación normativa del ejercicio de las psicoterapias: el Estado le atribuye y demanda a la burocrapsia ejercer el poder de polipsia; le inviste con la facultad y le exige avanzar en la privación involuntaria de la libertad ambulatoria de una persona “por motivos de salud mental”, también cuando se trataría de riesgos ciertos o inminentes para sí, solo para sí y nada más que para sí. A este respecto surgen muchas preguntas. Por ejemplo, los esquemas de inteligibilidad de la tecnocrapsia en general y de los psicoanálisis criollos en particular, ¿contemplan la posibilidad que las personas decidamos dañarnos, e incluso, matarnos, como resultado de una decisión fundada en un “juicio sano” (sea cómo sea que se llame a ese juicio sano)? ¿Existe esa posibilidad? Preguntas para los psicoanálisis: ¿Qué te dice Lacan sobre lo que puede y no puede decidir “un deseo decidido”? ¿Existe esa opción al menos como una posibilidad vaga, remota, incluso poco probable, pero como posibilidad al fin de cuentas? Y de ser así, ¿Qué posición ética te indica asumir la doctrina freudiana? ¿Esa posición ética sería antagónica con la del humanismo en que se funda la psicopolítica del Estado? En los hechos… un caso bien concreto: ante ese tipo de situaciones ¿en última instancia Lacan te enseña que hay que llamar al SAME o que podrías “hacer otra cosa con eso”? Los psicoanálisis confunden un motón. Más allá de las mistificaciones psicoanalíticas y por mucho que le pese a la siempre bien intencionada progrepsia… en nuestro país, en el campo de la Salud Mental, en los psicoanálisis: hay poder de polipsia, psicopolítica del Estado y territorios de las psicoterapias estatalmente codificados con fuerza de ley como agencia de control social; o en su defecto: conductas delictivas sin más (“autorización ilegal” para el ejercicio profesional, mala praxis, etc.). Pedir deseos freudianos no transforma realidades social, histórica y políticamente determinadas. Las buenas intenciones de la progrepsia nacional, tampoco.
Ese pasaje del mantra pone a cielo abierto la verdad del poder de polipsia que ejerce la burocrapsia en nuestro país. Devela su función social de reaseguro psicopolítico. Y para quien quiera verlo… solo para quien quiera verlo… devela el tutelaje en última instancia que implica todo contrato psicoterapéutico, dado el marco normativo vigente (tecnocrapsia tutelar). El tutelaje como reprimido fundamental del ejercicio de las psicoterapias: el Estado inviste e insta a les profesionales de las psicoterapias con la facultad (poder) de privar de la libertad ambulatoria de manera involuntaria también a personas que representen, según criterios de la tecnocrapsia, un riesgo cierto o inminente para sí, solo para sí y nada más que para sí (esta realidad que suele concebirse como situación excepcional, revela de hecho la racionalidad del conjunto del poder de polipsia de la burocrapsia).
Mejor deliberar ciertas cosas. Bien podríamos preguntarnos si la tutela implicada en el contrato psicoterapéutico (tecnocrapsia tutelar) se encuentra en consonancia con los criterios de justicia que se disponen consolidar nuestros proyectos emancipatorios. Después de todo, no se trata de despreciar las potencias emancipatorias y los criterios de justicia que implica y se dispone reasegurar el dispositivo del contrato. Más bien, la cuestión estribaría en precisar y explicitar los términos del contrato psicoterapéutico. Y agregamos: poner a cielo abierto del debate público los horizontes de justicia que matriza en nuestro país la legislación vigente relativa a su ejercicio profesional. Deliberar la conveniencia o no de su existencia. La necesidad o no de su transformación. El tutelaje no es destino de las psicoterapias. Y si no obstante llegara a imponerse socialmente, podría darse de manera deliberativa en lugar de que sea asumido como una realidad inexorable. Los psicoanálisis suelen “ahorrarse ese problema” eminentemente político de su praxis. Nos enseñan a pasar por alto la explicitación de ese tipo de “detalles” implicados en el contrato psicoterapéutico. Insisten en mirar para otro lado… cerrar los ojos… pedir un deseo (un deseo freudiano)… etc. No obstante, es sabido que pedir deseos freudianos no transforma realidades social, histórica y políticamente determinadas. Y las buenas intenciones de las progrepsia nacional, tampoco.
Ser comunistas otra vez, también parecería implicar la voluntad de rediscutir lo que ya parece resuelto. Inventar las vías para tornar materia de decibilidad y deliberación colectiva (Guattari) lo que se nos suele imponer como realidades inexorables.
[1] En la jerga militante el “entrismo” suele remitir entre otras cuestiones a una práctica de construcción política desarrollada (so pretexto de que no queda otra) hacia el interior de espacios y/o movimientos que, se sabe de antemano, hacen parte del campo enemigo; en tanto y cuanto, sus direcciones, aunque no asi sus bases, le imprimen una orientación signada por la defensa de intereses antagónicos a los que buscan promover lxs entristas. El truco del entrismo consistiría en lograr conectar “desde adentro” con las bases, a las que se le suponen intereses coincidentes al de lxs entristas, y derrotar entonces a las dirigencias burocráticas para cambiar la orientación política del espacio y/o movimiento
[2] Es cierto que el quehacer hacia el interior del ejercicio de las psicoterapias bien podría complejizarse… mutar un poco; enrarecerse… después de todo, siempre resulta posible asumir como propia la programática de transición esquizoanalítica, y contribuir al tránsito que va de la “dirección de la cura” a la “orientación micropolítica” de las psicoterapias… siempre es posible resituar políticamente el problema del sufrimiento anímico que afecta a les proletariaries de manera desigual y combinada; es decir, que nos afecta desigualmente en función de la intersección de vectores que operan por motivos machistas, capacitistas, heteronormativos, cis-sexistas, racialistas, entre otros determinantes de desigualdad y opresión que serán puestos en visibilidad en el futuro por los procesos emancipatorios de militancias y activismos… después de todo, es posible entonces resituar el problema del sufrimiento que afecta a les proletaries en inmanencia al campo de problemas de la emancipación (politizar el malestar también en las psicoterapias) … se podría llegar incluso a trazar cierta definición operativa de la eficacia emancipatoria para inscribirla como objetivo táctico de los dispositivos psicoterapéuticos (eficacia emancipatoria = amplificación del campo de decisión, deliberación y desobediencia personal, grupal y/o colectiva de les proletaries sobre los territorios existenciales que habitan, respecto a la redundancia de las formaciones hegemónicas de poder capitalísticas)… como asi también, se podría bocetar una especie de álgebra etiológico del sufrimiento en el capitalismo: + emancipación (mayor amplificación del campo de decisión, deliberación y/o desobediecia), - sufrimiento; y viceversa… las psicoterapias podrían incluso considerarse una de las tantas tecnologías realmente existentes dispuestas a contribuir en la producción de cuidados, y/o de reformas existenciales… Y por supuesto, siempre está la posibilidad de excluir deliberadamente, de los intereses de les proletaries que ejercen la psicoterapia, el sufrimiento que afecta a lxs burguesxs (¡Que se arreglen ellxs!). Es posible. Mutaciones de ese estilo son posibles. Ahora bien, son posibles… pero dado el marco normativo vigente: siempre dentro de los límites y las posibilidades que establece la codificación estatal de las psicoterapias. El matrizado que operan los patrones existenciales de la psicopolítica del Estado. El ejercicio del poder de polipsia de la clase dominante. Las fuerzas reprepsivas del Estado.
[3] El mantra en su versión acabada codifica también situaciones en dónde el riesgo cierto o inminente redundaría para otras personas. El recorte que hemos presentado entendemos que patentiza al extremo el carácter tutelar del poder de polipsia de la bucrapsia nacional.
* Proletario. Comunista. Para sobrevivir vende parte de su fuerza de trabajo a través del ejercicio profesional de las psicoterapias y también lo consume.
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