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Meditaciones esquizoanalíticas: apuntes para el porvenir de una clínica ecosófica.

Actualizado: 30 may 2023

Vol. I: asuntos de conexión y audibilidad programática.




Primer episodio de una serie de apuntes que buscan contribuir al porvenir de una clínica ecosófica de los vectores inconscientes involucrados en el proceso de subjetivación capitalista. Para esto, Gabriel Rodríguez Varela irá explorando posibles que resultan de una composición sui generis entre la apuesta político-programática ecosófica del Guattari de finales de la década de los ochenta y principios de los años noventa y algunos aportes emancipatorios legados por el archivo psicoanalítico.



por Gabriel Rodriguez Varela*



1.

Lo sentimos a diario… estamos rotxs. Plus-de-rotura-existencial. Plus-de-ruptura-metabólica-planetaria. Plus-de-atomización social y política. Experimentamos el recrudecimiento de una rotura ecológica generalizada que afecta al conjunto de las vidas del planeta; incluyendo las nuestras: todas y cada una de las dimensiones de las vidas humanas. Roturas afectivas, medioambientales y de nuestros entornos sociales y políticos, que a esta altura urge dejar de esperar que encuentren posibilidad alguna de superación en el marco del Capitalismo Mundial Integrado, de las que no son sino su producto. Y claro está, tampoco a partir de las respuestas ofrecidas por sus diferentes tecnocracias estatales y paraestatales (teconocrapsias inclusive). Como es sabido, producto de determinaciones que exceden las buenas intenciones que pudiéramos tener sus agentes: más bien dispuestas a garantizar/se condiciones afectivas, ambientales, sociales y políticas, para la reproducción de la acumulación capitalista y con esto, de ciertos privilegios de casta, que a contribuir en el cuidado de las vidas del planeta.[i]


2.

Las conflictivas, dramáticas, desgarramientos, padecimientos y roturas existenciales con las que lidiamos diferencialmente en lo más íntimo de nuestras vidas o en el registro micropolítico más próximo de la relación con otres y el entorno –y a las que nos enfrentamos en las prácticas clínicas por medio de las cuales algunxs proletarixs para sobrevivir, además de consumirlas, vendemos nuestra fuerza de trabajo–, responden en última instancia a encrucijadas, desafíos y estragos de magnitud civilizatoria a las que nos ha conducido y no podría sino conducirnos el devenir recursivo del modo de producción capitalista. No hay que engañarse… sean cuales sean las reformas, sofisticaciones o innovaciones que se alcancen para el porvenir de una clínica ecosófica de lo inconsciente, la salida a las crisis ecológicas multidimensionales que enfrentamos (anímicas inclusive) solo podría darse a través de la construcción y el desarrollo político de una contrahegemonía decididamente multidimensional, transgrupuscular, colectiva, disensual, proletaria/disidente, internacionalista, civilizatoria y revolucionaria…

…“La verdadera respuesta a la crisis ecológica sólo podrá hacerse a escala planetaria y a condición de que se realice una auténtica revolución política, social y cultural que reoriente los objetivos de la producción de los bienes, materiales e inmateriales [corporales e incorporales]. Así pues, esta revolución no solo deberá concernir a las relaciones de fuerzas visibles, sino también a los campos moleculares de sensibilidad, de inteligencia y deseo”.[ii]


3.

Lxs proletarixs que como parte de nuestro trabajo nos disponemos a intervenir el teatro de operaciones de lo inconsciente hacia el interior de los territorios de las psicoterapias estatalmente codificadas con fuerza de ley: ¿qué hacer entonces con nuestras clínicas duales, grupales o institucionales ante la magnitud civilizatoria de los asuntos que se entraman en las angustias, sufrimientos, depresiones, roturas e implosiones existenciales con las que nos enfrentamos? ¿Cómo contribuir a esa revolución que nos plantea Guattari, disponiendo nuestras praxis como catalizadores moleculares de mutaciones emancipadoras? ¿Se trata nada más que de “una cuestión de actitud” ético-política?[iii] Puede ser que un poco sí… pero llegado el caso que no sea solo una cuestión de actitud: ¿es imposible avanzar en ese sentido sin un proyecto político colectivo que deliberadamente apuntale esa contribución? En el estado actual de cosas, entonces: ¿no habría otra alternativa que resignarnos a supeditar el horizonte político de nuestras clínicas a los límites que les imprimen los territorios de las psicoterapias en dónde intervenimos, dispuestos estos para funcionar como agencias decentralizadas de control psicopolítico y de adaptación técnica a los patrones existenciales del complejo estatal-mercantil capitalístico? Nada de eso… los territorios de las psicoterapias del estado producto de infiltraciones legislativas conquistadas por las luchas emancipadoras (paradigma de los D.D.H.H, por caso) portan potencias ambiguas. Es cierto, que dentro de un stock limitado de virtualidades. Pero que, no obstante, ofrecen márgenes de maniobra a explorar por medio de sofisticaciones e innovaciones (teóricas y tecnológicas) de nuestros instrumentales clínicos, en pos de aprovechar al máximo de sus capacidades los posibles emancipatorios que anidan en los territorios psicoterapéuticos. Y como si esto fuera poco…

Y como si esto fuera poco… contamos además a nuestro favor con que los contenidos normativos de la codificación estatal-capitalista no son inmutables ni eternos (siquiera lo son a nivel de sus elementos constituyentes). Las leyes en el capitalismo (incluidas las que atañen al ejercicio profesional de las psicoterapias) son pasibles de reformas políticas. Todas son pasibles de reforma, exceptuando, claro está, aquellas que garantizan el totalitarismo de la libre compra y venta de la fuerza de trabajo y la apropiación privada de los medios de producción (estas dos solo pueden suprimirse por medio de la revolución). Al no ser eternas ni inmutables, cae entonces a cuenta de la función política de nuestras praxis clínicas bregar colectivamente por su transformación de considerarlo necesario. Como así también, el crear/nos nuevos territorios de intervención para-psicoterapéuticos que apuntalen la transversalización de las analíticas psicoanalíticas y/o pospsicoanalíticas (esquizoanalíticas) de lo inconsciente al conjunto de las prácticas sociales. Territorios cuya hechura sea realizada en conformidad con las coordenadas éticas y políticas emancipadoras que orientan nuestras praxis, irreductibles a los patrones existenciales del complejo estatal-mercantil capitalista.

Asi pues, ¿no nos queda otra alternativa que ejercer el poder de polipsia de la Salud-Mental-del-Estado? ¿No hay más remedio que operar como meros engranajes de las fuerzas reprepsivas del complejo estatal-mercantil capitalista? Nada de eso… los desafíos son inmensos. Pero hay otras alternativas que ya vienen desarrollándose un poco por todos lados.


4.

El Guattari de la década de finales de los años ochenta y principio de los noventa, allende todo subjetivismo (psicologismo), objetivismo (sociologismo) y ensayo de politización “silvestre” (autonomista) del análisis de lo inconsciente, parecería querer legarnos una alternativa… un manojo de referencias programáticas desde las cuales comprometer experimentalmente nuestras clínicas, más allá del voluntarismo individualista bien intencionado, en un proyecto colectivo capaz de enfrentar los desafíos civilizatorios multidimensionales que nos presentan la fase actual del Capitalismo Mundial Integrado (de ahora en más, CMI). En lo fundamental, siguiendo el leitmotiv de las inquietudes guattarianas y sobre fondo de la crisis ecológica generalizada que ya comenzaba a prefigurase por aquel entonces, un programa dispuesto a resituar en una plataforma de politización integral, los desafíos que atañen a la ampliación de los márgenes de autonomía subjetiva creadora y a la producción de mutaciones existenciales en fuga, de las tendencias serializantes y diferencialmente opresivas involucradas en los modos dominantes de subjetivación del CMI. Ofreciéndonos, con esto, los rudimentos de una plataforma de politización dónde ensamblar el porvenir de nuestras clíncas psicoanalíticas y/o post-psicoanalíticas (esquizoanalíticas) de lo inconsciente. Algo de suma importancia, ya que después de todo nuestra apuesta no estriba en pretender “liquidar definitivamente el hecho freudiano, sino reorientar sus conceptos y sus prácticas para hacer otro uso de ellos”.[iv]


5.

Como es sabido, la plataforma de politización que nos lega el militante y analista francés denominada ecosofía, o perspectiva ecosófica, a la que hacíamos referencia, parte de una concepción transversalista y multi-componencial de la subjetivación capitalística, considerando que la misma “a través de vías transversales, se instaura conjuntamente en el mundo del medio ambiente, de los grandes Agenciamientos sociales e institucionales, y, simétricamente, en el seno de paisajes y fantasmas que habitan las esferas más íntimas del individuo”[v]. Siendo en ese sentido que su respuesta ecosófica, para intervenir a contracorriente de las clausuras propias del proceso de producción de subjetividad del capitalismo, se dispone apuntalar programáticamente “una recomposición de las prácticas sociales e individuales […] según tres rúbricas complementarias: la ecología social, la ecología mental y la ecología medioambiental”[vi]. Concibiendo asimismo esas tres ecologías, “en bloque, como dependiendo de una disciplina común ético-estética y como distintas las unas de las otras desde el punto de vista de las prácticas que las caracterizan”[vii]


6.

Pero entonces, ¿cómo comenzar a tornar audible el programa ecosófico para lxs proletarixs que trabajamos en las “clínicas de lo inconsciente” hacia el interior de la relación social psicoterapéutica? No conviene entusiasmarse tan rápido. En adición a otro conjunto basto de condiciones, es necesario aceptar que no hay ni habrá disciplina de una escucha ética-estética, ni clínica de las mediaciones ecosóficas, sin el desarrollo de una confrontación deliberada contra el totalitarismo aturdidor de la gestión tecno-burocrática del capital en todas sus formas y zonas de influencia del socius (incluyendo su influencia diferencial en cada unx de nosotrxs). Y al unísono, sin lograr desatar progresivamente y de manera colectiva algún tipo de liberación de la sensibilidad e imaginación para nuestras clínicas, coaguladas desde hace tiempo (si es que alguna vez no lo estuvieron) en la racionalidad psicotécnica burocrática del complejo estatal-mercantil capitalista que tiende cada vez más a colonizar y compartimentar nuestras vidas en dominos estancos dispuestos a la heterogestión de saberes especializados.


7.

El realismo psicotécnico burocrático de lo incosnciente, como variación “psi” del realismo capitalista generalizado (Mark Fisher & Cía.), es uno de los ruidos más incisivos a los que enfrenta la escucha ecosófica de lo inconsciente. Lo sentimos a diario: para lxs proletarixs que vendemos nuestra fuerza de trabajo a través de las psicoterapias del estado “suele ser más fácil escuchar el fin de lo inconsciente que percibir los sonidos que asume por fuera de la codificación psicoterapéutica”.

Necesitamos un poco de silencio: la ausencia si bien no sea fugaz y provisoria de ese tipo de ruidos. Hacernos lugar para escuchar otras voces. Hay una pregunta que bien podría contribuir con ese sentido, y a la que conviene prestarle orejas; mantrificarla para el porvenir de una audibilidad ecosófica…

…“¿Se comportarán ustedes como especialistas o como aliados de todo lo que en el campo social tiende a cambiar ese poder?”[viii]


[i] Parte de lo desarrollado en estos apuntes se encuentra presente en una textualidad publicada en mi blog personal que he tituladado “Crisis ecológica, programática ecosófica y tecnocrapsia (apunes para el porvenir de un sabotaje). La misma está disponible en: https://meditacionesesquizoanaliticas.blogspot.com/2023/03/crisis-ecologica-programatica-ecosofica.html [ii] Guattari, Félix: Las tres ecologías, Pretextos, Madrid, 1996, p. 9 [iii] Por definición (las disposiciones ético-políticas) de eso suele tratarse su diferencial con la disputa moral: no se abisman más allá del campo intimista personológico. He de allí las potencialidades y límites de los ensayos de politización que entronizan esa disposición y qué, por acción u omisión, suelen tender a contribuir con la denegación posmoderna de la batalla moral. Esto es, que so pretexto de posibles riesgos de revival totalitario (fantasma-Stalin, casi siempre mediante), tienden a condenar discursivamente, cuando de hecho lo hacen, la necesidad de emprender una guerra de posiciones que involucre disputar el contenido valórico-axiológico de la sociedad (lo que más allá del antojo y las ocurrencias de cada quién se define socialmente como lo que está bien o mal; es justo o injusto; etcétera). A todas luces, algo indispensable para cualesquier tipo de tranformación social y política con pretensiones emancipatorias. [iv] Guattari, Félix: Ob. Cit, p. 26. [v] Ibidém, p. 79. [vi] Ibidém, p. 30. [vii] Ibidém, p. 78. [viii] Guattari, Félix: Revolución molecular y lucha de clases, Red Editorial, Buenos Aires, 2021, 70.



* Gabriel Rodríguez Varla: grodriguez.esquizoanalisis@gmail.com






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