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Modernidad capitalista, goce-del-Capital y psicoanálisis (algunas meditaciones esquizoanalíticas)




En este noveno trabajo del dossier "Psicoanálisis y modernidad", Gabriel Rodríguez Varela medita sobre lo inconsciente psicoanalítico y el psicoanálisis como productos históricamente específicos de la modernidad capitalista, explorando algunas de las incidencias que podría conllevar para las prácticas dispuestas al análisis situado de lo inconsciente, el incorporar una transveral político-epistémica esquizoananalítica tendiente a desarrollar las potencias creacionistas de los procesos de lucha y organización social y política emancipatorios.


por Gabriel Rodríguez Varela*


1.

No hay inconsciente psicoanalítico sin capitalismo. No hay psicoanálisis sin ilustración (incluso cuando se la tramita bajo modalidades románticas que pretenden fugar de la impasibilidad racionalista).

Lo inconsciente psicoanalítico, como territorio social an-significante dónde se debate la actualización de potencias sociales (existenciarios posibles) producidas en el intercambio universal cooperativo que desbordan los límites de la apropiación personológica-narcisista... es un producto históricamente específico de la modernidad capitalista. Y el psicoanálisis, como procedimiento sui generis inventado para intervenir emancipatoriamente en esa dimensión de la vida social capitalista… también.


2.

La pretensión de reducir el nacimiento de lo inconsciente psicoanalítico al “surgimiento del sujeto de la ciencia moderna”. Sostener el encierro del surgimiento de ese sujeto en la “historia intelectual” (en la “idea” del sujeto de lo inconsciente como reverso del invento social de la “idea” del cogito). Promover para la vida social que las “ideas” y/o los “conceptos” sobre lo inconsciente determinan unilateralimente su consistencia material (y/o querer reducirlo a una hipótesis). Abonar a la unidimensionalización de lo inconsciente como una cuestión de saber (supuestamente no sabido). Y ni que hablar del empecinamiento por limitar la praxis psicoanalítica a un ejercicio de lecto-escritura… todo eso, al menos si se toman en cuenta ciertas conquistas teóricas marxistas, salta a la vista que hace parte de una infiltración idealista a cielo abierto en psicoanálisis. Y cabe recordarlo: el idealismo es la filosofía consagratoria del mundo burgués; del modo de producción capitalista. La legitimación filosófica de ese mundo como única comunidad de destino posible.

Los psicoanálisis que se filian en la tradición de la filosofía burguesa, más allá de las intenciones emancipadoras que pudiéramos tener sus practicantes y/o consumidores, parecería difícil que entre otras cuestiones no terminen siempre o casi siempre del lado de las fuerzas reactivas de la contrarevolución molecular conservadora.


3.

No hay “surgimiento de la ciencia moderna” sin advenimiento del modo de producción capitalista. Y el nacimiento del inconsciente al igual que el de la “ciencia moderna” están en última instancia determinados por el “Big Bang de la modernidad capitalista”.[i]

Para el nacimiento de lo inconsciente (aunque no solo)…en la prelación del orden de determinaciones primero está el advenimiento de la sociedad productora de mercancías. Y en su experimentación situada, tal como señala el camarada Omar Acha en torno al “primer sujeto del psicoanálisis”, en el principio están las dramáticas, conflictivas y soluciones sintomáticas de compromiso resultantes de la implicación afectiva con los valores del Antiguo Régimen y con los posibles y exigencias de auto-valorización personal puestos en existencia por las revoluciones burguesas.

En el principio del psicoanálisis… siempre está la creación de posibles emancipatorios inéditos puestos en existencia para la vida social por los procesos de lucha y organización social y política. Y también para aquellos psicoanálisis que nos importan: los que no podría sino encontrar su comienzo en las conquistas teóricas y prácticas alcanzadas por lxs camaradxs freudomarxistas sobrefondo de la Revolución Rusa (segundo sujeto histórico del psicoanálisis); en tanto que acontecimiento cotingenciador del “principio de realidad” burgués y de puesta en existencia de la lucha de clases como realidad geopolítica planetaria.[ii]


4.

El estatuto de lo inconsciente no es ético: es decididamente ontológico (hace parte de la ontología social capitalista).

Es sabido que el psicoanálisis, en tanto que procedimiento, apuntala su eficacia en las potencias emancipatorias de la reflexión ética. Y esto, en el intento por contribuir a amplificar el campo de decisión y deliberación en torno a la puesta en existencia y los usos personales y/o grupales de determinados posibles existenciales (potencias sociales); al unísono, que se dispone generar condiciones para desobedecer en acto a las incidencias opresivas que conllevan para las vidas humanas la satisfacción compulsiva de las “formaciones de poder capitalistas” (Guattari). Aunque es cierto, que eso lo hace por vías específicas. Más precisamente: a través de vías post-consciencialistas (no para-conscientes ni inconsciencialistas). Y en ese sentido, operativiza entonces de manera intencional un procedimiento dispuesto a contribuir en la producción de la amplificación de ese campo de decisión, deliberación y/o desobediencia; como así también, de nuevas vías de expresión para la realización de algunas de dichas potencias sociales. Para esto, abonando a la relativización sistemática de ciertos productos de la reflexión consciente y a la contingentización de los axiomas instituidos como dadores de nuestra consistencia existencial (o si se prefiere, de la forma reificada en la que inercialmente tienden a presentarse esos productos como determinación general del campo de la experiencia personal capitalista).

Ahora bien… confundir “lo dado” en los territorios de la clínica psicoanalítica (por caso, prevalencia de la palabra en el procedimiento psicoanalítico y la reflexión sobre determinadas incidencias éticas) con el estatuto ontológico del “dador” (por caso, lo inconsciente)… es uno de los sesgos más comunes de la orientación burguesa en psicoanálisis. Lo mismo podría decirse de cualquier tentativa que, so pretexto de cierta especificidad de su procedimiento, pretenda extra-territorializar (expropiar corporativamente) la praxis psicoanalítica del concurso de prácticas sociales dispuestas a amplificar los “coeficientes de libertad” (Félix Guattari) de nuestras vidas; por ejemplo, como lo son las prácticas político-militantes y activistas dispuestas en un sentido emancipatorio y/o ciertas prácticas estéticas.


5.

LACAN ES EL RICARDO DE LA ECONOMÍA LIBIDINAL.

Las tendencias más lúcidas de la orientación burguesa en psicoanálisis, en torno a la noción lacaniana del goce en su versión que no redunda en la vulgarización pansomatista de lo real, palabras más o palabras menos: han sabido captar la función ontológica estructurante que tiene la satisfacción automática de determinadas lógicas sociales abstractas en la modernidad capitalista al autonomizarse del sufrimiento que conlleva en las vidas a través de las cuales se elabora y reproduce el ciclo de su reproducción compulsiva. Lamentablemente, al reducir esa dinámica social a la operatoria combinada de una supuesta estructura del lenguaje (u otra instancia) transhistorizada, como toda teoría de orientación burguesa: tiende a invisibilizar que la misma remite al modo históricamente específico de funcionamiento abstracto del nexo social del Universo capitalista y de sus formaciones incorporales de poder derivadas. Concibiendo dicha combinatoria como una invariante transhistórica inmutable y eterna; no pasible de transformación a través de las praxis humanas concertadas; y confundiendo su preexistencia histórica con la prioridad en el orden de las determinaciones, se adoctrina asi en ignorar la refuncionalización de temporalidades de larga y mediana duración, bajo dominancia de la auto-valorización del capital, que tiene lugar en el nacimiento de la modernidad capitalista. Otra vez… se tiene a confundir “lo dado” con el “dador”: lo necesariamente contingente con lo contingentemente necesario. Y a eternizar este segundo. Se hace apología del “realismo capitalista” (Mark Fisher & Cía.) en psicoanálisis.

El goce (lacaniano) es siempre de las formaciones de poder que integran el nexo social capitalista. Y en última instancia, pero no por eso menos ni más importante: Goce-del-Capital del que esas formaciones derivan y al que tienden a servir.


6.

Los encierros, asfixias, sufrimientos, implosiones existenciales, ausencias de entusiasmos, etc., que experimentamos personal y/o grupalmente en el registro psicopolítico de nuestras vidas no son sino correlatos sensibles del plus-de-goce de las formaciones de poder corporales (efectores concretos) e incorporales (estructuras, agencialmientos y dinámicas sociales y políticas) que integran el nexo social capitalista. Formaciones de poder éstas, que se expresan vital y territorialmente de manera interseccional. Es decir, que sus incidencias de violentación y opresión asumen una consistencia material desigual y combinada, por motivos clasistas, machistas, racialistas, heteronormativos, cis-sexistas, capacitistas, etc; en conjunto con otros vectores de desigualdad que serán puestos en visibilidad como estando desde siempre ya ahí en el porvenir de los procesos de lucha y organización social y política emancipatoria de militancias y activismos.


7.

Para el psicoanálisis nunca se trató de otra cosa. Parafraseando arbitrariamente a Deleuze: contribuir a la generación de vías de expresión que tornen no solo audibles sino también materia pasible de decisión, deliberación y/o desobediencia posibles existenciales (potencias sociales) que antes no lo eran para alguien/es. En las praxis psicoanalíticas: los grados de amplitud de esos posibles siempre estuvieron limitados y posibilitados por la eficacia matricial de las opciones político-ideológicas implicadas en el corpus psicoanalítico y también, en las personas que aplican y consumen el procedimiento inventado por Freud. Claro está, sobre fondo de los posibles sociales inéditos puestos en vida por las luchas emancipatorias de militancias y activismos.

Las resistencias al análisis, siempre han sido y serán, de las formaciones de poder capitalistas que se satisfacen (gozan) a través de las personas involucradas directamente en el proceso de un análisis situado de lo inconsciente, sin miramientos a la voluntad consciente e intenciones de éstas.


8.

Algunas referencias para las prácticas clínico-políticas que podrían desprenderse de lo anterior: En determinadas coyunturas existenciales… ¿qué formación/es de poder gozan a través y contra de alguien/es? ¿a través de qué vías esas formaciones de poder se satisfacen compulsivamente (gozan); al autonomizarse del sufrimiento que su satisfacción conlleva para las vidas en las que se reproduce? ¿Por dónde transitan, para alguien/es, si bien no sea en estado germinal, las fuerzas que obran actualmente como posibilidad de construir un contrapoder clínico-político eficaz para interferir (desobedecer) la satisfacción compulsiva de esas formaciones de poder? ¿Qué medios de expresión para tornar esas fuerzas materia pasible de decisión, deliberación y/o desobediencia (amplificación de posibles existenciales)?[iii]


9.

Hay un momento de verdad en la frase de Lacan en la que afirma, palabras más o palabras menos, que la eficacia terapéutica del procedimiento psicoanalítico se produce como añadidura al análisis; es decir, como producto añadido a la experimentación de nuevos posibles existenciales. Aunque como todo momento de verdad lacaniano, el mismo no solamente implica un medio decir, sino que esa mitad siempre obtura el desarrollo en un sentido revolucionario de las consecuencias teórico-políticas (y políticas en general) de lo dicho.

Allende todo misticismo: en el comienzo de los psicoanálisis… siempre está la creación de posibles emancipatorios inéditos (potencias sociales) puestos en existencia para la vida social por los procesos de lucha y organización social y política. Están las conflictivas, sufrimientos, dramáticas y soluciones sintomáticas de compromiso que resultan del encuentro de esas potencias sociales con las clausuras vitales (resistencias opresivas) que operan las formaciones de poder capitalista en su tendencia a perpetuar compulsivamente el goce sobre nuestras vidas. Siempre está el desafío de contribuir a inventar cooperativamente (sin negar por esto funciones diferenciadas tales como analista/s y analizante/s) nuevos medios de expresión para la realización y reapropiación personal y/o grupal de esos posibles existenciales. Siempre estamos en el campo de problemas de la emancipación.



* Gabriel Rodriguez Varela. Psicoanalista marxista. Integrante del Laboratorio de políticas de lo inconsciente (#LPI). Contacto: gaborodriguezvarela@gmail.com



Notas: [i] Exposto, Emiliano y Rodriguez Varela, Gabriel: “El Big Bang de la modernidad capitalista” en El Goce del Capital: crítica del valor y psicoanálisis, Editorial Marat, Buenos Aires, 2020. [ii] Acha, Omar: “Posterioridades de la Revolución Rusa: ¿qué sujeto del psicoanálisis” en Encrucijadas de psicoanálisis y marxismo. Ensayos sobre la abstracción social, Editorial Teseo, Buenos Aires, 2018. [iii] Ese manojo de referencias al paso, bien podrían hacer parte de las orientaciones generales para la intervención situada de una clínica ecosófica de lo inconsciente. En torno a la cual, hemos compartido algunas notaciones sobre cuestiones de conexión y audibilidad programática en una anterior publicación en la Revista Froi, titulada: “Meditaciones esquizoanalíticas: apuntes para el porvenir de una clínica ecosófica. Vol. I: asuntos de conexión y audibilidad programática”.

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