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‘Abrir la pareja’ desde el psicoanálisis

Actualizado: 4 may 2023

¿Qué pasa con las transformaciones sociales en los modos de vincularnos sexo-afectivamente? ¿Cómo pensamos los ‘vínculos abiertos’ desde el psicoanálisis?



¿Qué pasa con las transformaciones sociales en los modos de familia? ¿Cómo pensamos el ‘poliamor’ desde el psicoanálisis? ¿Cómo pensamos los distintos modos de vincularnos sexo-afectivamente? Muchas veces, desde el psicoanálisis hegemónico, se aborda el tema como si fuera algo ‘extraño’ en vez de contemplar que simplemente es poco frecuente porque no es socialmente aceptado (lo cual es ridículo ya que constituye una de las tantas salidas exogámicas posibles a partir de la ‘cultura’ que se supone fundada con la ley de ‘prohibición del incesto’). Justamente en esta oportunidad vemos cómo ‘El psicoanálisis’ lo sigue pensando como un ‘salirse de lo que hay que hacer’, en lugar de pensarlo como un modo distinto de hacer en relación a sexualidad y familia. Muchas veces observo que al abordar la temática se sigue pensando en términos de parejas heteronormadas cuando estamos hablando de otra cosa, de otros modos de vincularse.

Veamos, por ejemplo, las opiniones de dos psicoanalistas consultades ante una situación que tiene como protagonistas a Brad Pitt, su nueva novia y el marido. Según lo que se menciona en la nota del diario Clarín, al tomar conocimiento de esta relación poliamorosa, “varones de distintas partes del mundo se ponían en el lugar del marido y se mostraban complacidos o, por lo menos, tranquilamente resignados”. Pero no me interesa hacer hincapié en la opinión de la gente en general, sino en las opiniones de les psicoanalistes. Según el primer punto de vista (Alexandra Kohan, psicoanalista): «Cualquier varón querría ser Brad Pitt, ella se va pero se va con un hombre con el que él [el marido] se identifica”. No coincido en que todo varón quiera ser Brad Pitt, ni creo que el hecho de que ella tenga una relación con otra persona implique que ‘se vaya’, en el sentido de alejarse o perder interés por su marido. A este razonamiento, Kohan agrega que esta ‘aceptación’ por parte de los varones de que una supuesta pareja de ellos tenga una relación con Brad Pitt, puede tener dos lecturas distintas. En algunos casos (analizando las reacciones de algunos varones ante este suceso) estaría en el orden de lo fálico (» [que la propia mujer tenga una relación con Brad Pitt] le daría brillo a él, del mismo modo que le da brillo tener una camioneta o dinero.”). La analista explica este comportamiento sin hacer ningún juicio de valor al respecto. Por otra parte, según otra posible reacción en que el supuesto marido dice “…si le negás a tu mujer un noviazgo con Brad Pitt es que no la querés», Kohan nos dice que se trata de una reacción completamente distinta. Disiento una vez más, no creo que sea tan distinta la posición del varón respecto a un tener fálico de la mujer. Me parece que simplemente lo que cambia en esta posición es que le permite a ‘su mujer’ que salga con Brad Pitt (de la misma forma en que se puede prestar dinero o una camioneta).

De todas formas, en los párrafos comentados hasta ahora, simplemente explica la posición de los hombres frente a este tema. Al final de su entrevista, expone su propio punto de vista sobre si está bien o no que un hombre hetero-cis se ‘vanaglorie’ de la mujer que ‘tiene’. Nos dice Alexandra Kohan al respecto: «Pero no exhibís al otro como un falo. No se trata de tener, yo no ‘tengo’ una pareja. La mujer es una posesión más en el régimen de posesiones. Si es así, la mujer habla del hombre, no de ella. Es mérito del varón tener esa mujer. Mérito absoluto.» No termino de entender muy bien cuál es la posición que toma al respecto, pero me parece que sale y vuelve a entrar en el ‘tener una mujer’ inscripto en la lógica fálica del tener.

Según otro punto de vista (Luciano Lutereau, psicoanalista, doctor en psicología y en filosofía), lo que impulsa a un hombre a aprobar la relación de su mujer con ‘un Brad Pitt’ sería la estimulación homoerótica (no homosexual, aclara) que produce la posibilidad de ponerse en el lugar del deseo de la mujer. Nos dice: “Esta distinción permite ver hasta qué punto el homoerotismo condiciona fuertemente la heterosexualidad masculina. Esta es otra idea freudiana: que homo y hetero no son contrarios, sino que se implican mutuamente. La pregunta de Freud nunca fue por qué algunos varones son homo, sino más bien al revés: ¿por qué algunos son heterosexuales cuando el homoerotismo es la fuente de la sexualidad masculina?». Para empezar, creo que no se trata de un punto de vista tan distinto al de Kohan, en el sentido en que se sigue hablando desde la mujer como objeto de intercambio. Además, aquí se analiza una situación que ocurre actualmente y entre individuos que son muy poco representativos de la población general con teorías que se suponen de aplicación universal, desarrolladas por Freud un siglo atrás. El homoerotismo que nos describe Freud lo sigo entendiendo en clave patriarcal, donde la mujer es cosificada y “atrae” como objeto. Los sujetos son los hombres, ellos son los que piensan, los que tienen, los que hacen y desean. La mujer es una mercancía preciosa, pero se interactúa entre sujetos. A ellos se los admira. Así entiendo que se produce este homoerotismo que describe Lutereau. En este sentido, poco importa en este contexto “el deseo de la mujer”. Es algo que se dice, pero no se sostiene. Creo que hay muchas cuestiones que limitan la posibilidad de ‘abrir la pareja’ desde ‘El psicoanálisis’. Para empezar, esto requiere plantearnos nuevos modelos de pareja. No se trata simplemente de abrir la pareja tal como la entendemos tradicionalmente. No es esa la pareja que se abre. O bien, dicho de otro modo, una vez que se abre, esa pareja se resignifica.

Para poder abrirnos a otras formas posibles de vincularnos sexo-afectivamente, es necesario revisar muchos supuestos y modelos teóricos. Por ejemplo, me parece fundamental empezar a pensar los cuerpos sexuados a partir de modelos menos rígidos, porque da la sensación de que esa ‘rigidez’ se manifiesta a distintas escalas. En este sentido, me preocupa que se siga escuchando que el goce femenino se ‘distribuye’ en el cuerpo, mientras el goce masculino está concentrado en un órgano. Hay una preocupación por negar el goce no fálico en los hombres hetero-cis y de tanto repetirlo lo vamos creyendo. Porque, así como la palabra tiene capacidad performativa, los modelos crean realidades. Es necesario salir de esas lógicas tan estructuradas para poder entender el disfrute de los cuerpos en forma más libre e integrada y para ser capaces de abordar los vínculos también desde una perspectiva más integral. Evidentemente, como sociedad tenemos un largo camino por recorrer en estos temas; como psicoanalistas tenemos la responsabilidad de revisar nuestros modelos para que puedan dar cuenta de otras maneras de hacer en relación a sexualidad y familia.



*Investigadora (CONICET) y docente (UBA), mercedesp@qi.fcen.uba.ar


Nota publicada originalmente en Notas Periodismo Popular.

‘Abrir la pareja’ desde el psicoanálisis
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